En realidad, al menos en esta zona, a donde llegan los bonitos y la flota llena camiones que se van desde la lonja a las grandes ciudades, se distingue entre el bonito y el “monito” (con variantes) que es el bonito pequeño, que alcanza unos tres kilos. Varía mucho el precio, los de la ilustración, si se compran enteros, a 4,95 euros el kilo. La ventrisca es pequeña, pero la carne es la misma, y los modos de saborearlo, por aquí, no son muy imaginativos, quizá porque los alimentos naturales son de por sí ya sabrosos (carne, pescados, mariscos, huerta...) En realidad al bonito hay que rodearle de alguna historia, como un buen pisto (tal en el País Vasco) o encebollado (en muchos lugares de Castilla). Me llamó la atención el modo de exponerlos en la pescadería de un súper, con la cola hacia arriba, como terminando el salto.
En realidad los mejores productos marinos de este lugar, que ayer atravesó la fiesta “de la Virgen” –como toda España– son los percebes, las almejas y las lubinas; pues el rape, que es plato de turista (“rape con guisantes”) casi siempre es “juliana”.
Espero que quien se acerque a este cuaderno lea esta página antes de comer.
Que aproveche.
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