Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 29 de agosto de 2010

Leonard Cohen, en Galicia


En efecto, Leonard Cohen vuelve a recaudar dineros en gira y al tiempo que yo me voy, recalará en Galicia, en Orense o en Santiago, para un nuevo concierto. Entre los ídolos de la canción más o menos moderna, el canadiense, quizá con Moustaky, ocupa un lugar muy especial en las viejas generaciones de españolitos formadas durante el último tercio del siglo pasado: es casi admirable como ha ido cobrando el clasicismo –junto a Bob Dylan, Moustaky, Bruce Springteen... aunque el caso del greco-francés, solo en algunos países, curiosamente. Y como siguen activos, aunque me parece que solo Dylan y Cohen mantienen la tensión creadora plena, que en el caso de Cohen se manifiesta con interpretaciones cada vez más rotundas de los viejos éxitos. Existe una versión de Suzanne registrada de un concierto, casi susurrada, comiéndose prácticamente el micro, que es un no va más. No podré ir a escucharle, como fui –con Barbolilla– quizá una de las primeras veces que cantó en Madrid, en el Palacio de los Deportes; pero Pilar acertó a regalarme el dvd que grabó el año pasado en Londres, y frecuento esas canciones, como las de los viejos vinilos, luego “remarestizados” (¿estará el palabro en el DRAE?) en cedés, y finalmente perseguidas en la red y otros lugares nuevos, para completar lo que no había logrado: por ejemplo tengo el vinilo de “The Guess”, pero no estaba en cedés españoles, hasta que conseguí bajármelo con un emule (y este sí que seguro que no está en el susodicho). The guest encabezaba el disco Recent Songs (1979) en CBS; no sé por qué desapareció en las ediciones españolas.
Se tradujo su novela al español, y se lee bien. Hay un par de libros de poesía que circulan por ahí (¿no lo son sus canciones?) y toda una intensa actividad que se mueve entre la música, la literatura y el cine, como debe ser; y que va incorporando, además, todo tipo de novedades; la composición electrónica entra en su obra a partir de 1988 en I’m Your Man.
Desde hace unos años un Cohen avejentado y capaz, con sombrero cordobés –él no lo sabe– y expresión entre irónica y fatigada recorre ciudades de todo el mundo llenando ferias y festivales, con alguna linotipia que otra. Y sin embargo, sin embargo... ¿no es música que se entiende mejor escuchada en otras circunstancias? Quizá lo juzgo deformadamente, porque mi perspectiva viene de lejos, de sus comienzos. Conservo la primera edición española de Songs of a room (de finales de la década de los sesenta), con la que nos íbamos a terminar alguna tarde en una habitación llena de humo y hacíamos como que bailábamos, casi quietos, abrazados, mientras su voz, aún no tan grave ni tan barroca, en un inglés que terminaba por entenderse, recorría rincones oscuros, prohibidos, intensos, sugerentes, inolvidables  y modulaba nuestra desazón.
Y alguna vez empecé a intentar versiones de sus curiosas letras; he aquí por ejemplo el arranque de Humbled in Love

¿No te acuerdas de todas las promesas
que la pasión nocturna desplegaba?
Sucias y desechadas nos parecen
como polillas en la luz tristona.
El arrepentimiento no las salva
ni la confianza generosa y nueva;
¿y por qué ni siquiera la venganza
regenerar la escoria ha podido?
............................................

Y la versión (habría que retocarlas)  de Dance me to the end of love

Dánzame tu belleza, baila,
baila con ardiente violín,
báilame mientras siento pánico,
hasta que me sienta sereno:
como a rama de olivo llévame,
sé paloma que vuelve a casa,
Baila hasta el final del amor.
Baila hasta el final del amor.

¡Ay!, déjame ver tu belleza
cuando se vayan los testigos,
déjame ver cómo te mueves
como lo hacen en Babilonia,
enséñame despacio aquello
de lo que solo sé fronteras.
Baila hasta el final del amor.
Baila hasta el final del amor.

Báilame ahora hasta la unión,
báilame, danza continuamente,
baila con toda la ternura,
báilame siempre y sin parar,
recogidos por el amor,
elevados por el amor.
Baila hasta el final del amor.
Baila hasta el final del amor.

Baila, danza hasta que los hijos
pregunten por su advenimiento;
baila oculta tras las cortinas
que ajaron los besos ocultos.
Teje nuestra tienda ya,
aunque los hilos se hayan roto.
Baila hasta el final del amor.

Báilame tu belleza, baila,
baila con ardiente violín,
báilame cuando siento pánico,
hasta que me sienta sereno:
con tu mano desnuda tócame,
con tu mano cubierta tócame.
Baila hasta el final del amor.
Baila hasta el final del amor.

Y que todo ello, con este fragmento del propio Cohen, sirva de transición hacia los ojos, de los que daremos relación enseguida.

4 comentarios:

  1. Veo que tienes un DVD. Yo tengo el CD del concierto. Lo tuve que dejar de poner porque empezaba a molestar al resto de los ocupantes de la casa. Leonard cohen anda por mi blog. Una voz seductora.

    http://chiquitin52.blogspot.com/2010/02/un-vals-garcia-lorca-y-leonard-cohen.html

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  2. Con todos esos seguidores y yo soy la única que comenta. Voy a dejar de hacerlo a ver si alguien más se anima.

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  3. es que Leonardo pincha el Alma

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  4. A pesar de las similitudes entre ambos brillantes "cuentautores"; mientras leo y escucho a ambos artistas siguiendo un orden discográfico cronológico,me estoy dando cuenta (o cometo el error de pensar ) que las letras y canciones de Cohen son cada día más buenas, mejora cada día debido posiblemente a su madurez y las del ya religiosísimo Dylan van perdiendo su calidad y sus mejores canciones son las de sus discos de joven rollingstoniano.¿puede ser esto cierto?:).Mi madre, fiel devota de ambos, piensa lo mismo :)

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