Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 7 de agosto de 2010

Londres


Estuve el pasado otoño en Londres, para trabajar en la British Library. Mi buen amigo y colega Trevor Dadson me facilitó un alojamiento no turístico en el Queens Mary College, y además cenamos en un viejo restaurante que conservaba todavía el recuerdo de Dickens. Los diez días, aproximadamente, que duró la estancia fueron fructíferos desde el punto de vista de la investigación, ya que en la British encontré muchos de los documentos –originales– que buscaba, especialmente la intervención de Felipe II a la muerte de Diego Hurtado de Mendoza. Aproveché, del mismo modo, para copiar a mano varias cartas y pasajes autógrafos del padre Mariana (la reproducción oficial que me ofrecía la British costaba tanto que más parecía negocio con ricos que facilidades al investigador), así como resolver algunas dudas sobre el inventario que yo tengo –y que publiqué hace tiempo– de los fondos quevedianos que allí se guardan; particularmente los datos sobre una presunta copia de “Lince de Italia”. En fin, en mis idas y venidas (las secciones de la BL que a mí me interesaban cerraban a las 17 horas), me habitué a los alrededores de San Pancracio y a las vistas del Támesis desde mi apartamento en el Queens, en la Mile East Road, de lo que dan cuenta las ilustraciones. Pero lo que me siguió subyugando, como siempre, fue la mezcolanza humana de la capital inglesa, el universo racial, lo que quise a veces recoger con versos, un cancionerillo breve como el que sigue. El día de cierre de la BL lo emplee en visitar el botánico en Richmond, que tuvo antaño su noticia en este “cuaderno de pantalla”.





Seis estaciones    seis  duró el hechizo
en un vagón     destartalado y sucio
mientras se consumía   el tiempo oscuro
incapaces de comunicarse  con nada


porque faltaba el rito necesario
para el encuentro    desconocido
más fácil   el silencio y los temores
que la palabra y la sonrisa   porque

así quieren que seamos    mujer triste

que  a nadie miras    mientras yo te miro

y te comprendo    mujer pensativa
que por mi vida    cruzas   un momento

de lo ignorado    a lo desconocido
llevándote   mi voz    sin que lo sepas




voy a comer melocotones     bajo
la catalpa que cubre la pradera
delante de Wetsminster    iré luego
contigo a Chelsea    a recordar a Erasmo

como un intelectual pero en King's Road
nos compraremos ropa nueva    para
compartir    y un helado de cerezas
ya ves     contigo sale todo en verso

andas    por los rincones de mi vida
con total desparpajo   hablando  riendo
nada puede    impedir  tanta presencia

la verdad es que   nunca    imaginé
que me acompañarías     esta tarde
de otoño    en mi paseo solitario






ciudades   y ciudades    y ciudades
ya no consiguen atrapar los ojos
tantos colores     ni grabar estampas
que se recuerden cuando al fin   volvemos

la huella   solo queda   recogida
de lo que se prendió   de otra manera
y con palabras se fraguó   despacio
lo que el tiempo   no sabe maltratar

permanece   aleteando   en la memoria

Y entonces es    cuando lo que termina
resistiéndose a ser   arrinconado
y sortea     la mugre del olvido

como si    la semilla de la vida
tan solo   germinara  en los secretos


escuchando a Bartok y a Cesaria Évora
trascurre el viaje en bus   a San Pancracio
a la altura de Aldgate Place      sube
un oriental     con ropa militar

acribillado el rostro por los piercings
y el pelo en cresta verde y plata      como
mariposa     Bishopgate      twoeufive
es imposible    pronunciarlo todo

salta Chopin en el I Pod       me acuerdo
de ti       los árboles de Euston Road
acarician la luz de los cristales

cuando pasamos en el bus     juntos
el aire se estremece     y se retira
estás aquí      te llevo de la mano





por fin     he visto niños   en un parque
jugaban con las luces de la tarde
al escondite     entraban y salían
en la sombra    gritando   protegidos

por los plátanos centenarios   cerca
de la noche    endulzando los cansancios
con las últimas risas   ignorando
todo lo que no fuera su esplendor

algún día     saldrán hacia las calles
de esta ciudad  incomprensible   donde
viven todas las gentes    confundidas

y distantes   al mismo tiempo siempre
dispuestas a ignorarse    educadas
para sobrevivir     precariamente



suena el piano de Albéniz   en las calles
de Londres    y se mezclan los paisajes
evocados y reales    por la gracia
del Ipod      sin embargo  tanta gente

de tantas razas    con los ojos huidos
agazapados     el algún rincón
secreto.... ¿soñarán también   con otras
tierras lejanas? ¿de qué somos huella?

dulzor remoto     de melancolía
cristales del pasado    imperceptible
que a veces hacia la luz emergen
¿cuándo grabé tantos recuerdos? ¿dónde?

lo dice    la canción desconocida

“si no alcanza la voz    llega la pena”




El random del ipod va de Ponce
a Camarón luego a John Field  Haendel....
atardece en King’s Road  mientras termino
la ensalada  y el zumo de cranberry


barullo de autobuses   y turistas

los árboles de Sloane Square vienen

a proteger las luces amarillas

de la noche    la luna juguetea

Se cierran muchas tiendas   abren bares
se trasforma la calle   cambia la gente
japoneses con burca    indias con flores
ejecutivos africanos     rubios

borrachos    falsos italianos  chinos....
y un español    desorientado y triste




2 comentarios:

  1. Ah, del recóndito cementerio judío del Queens Mary College...

    ResponderEliminar
  2. Sí, en efecto, cuando iba andando lo atravesaba; entró en el arreglo con la universidad para instalarla allí, siempre que se respetara el cementerio.

    ResponderEliminar