Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 9 de agosto de 2010

Erotismo, literatura, pornografía (I)

Al asomarse a la red se capta frecuentemente el espacio e importancia que allí ocupa toda la cuestión sexual, vamos a llamarla por ahora así, de modo muy general. Los “blogs” que abordan directamente esa cuestión o que se ocupan centralmente de ella son los que cuentan con mayor número de seguidores, los más internacionales, los perseguidos por la publicidad, los que suministran mayor número de enlaces, etc. Incluso en mi propio “cuaderno de pantalla”, en donde tengo un contador que miro muy de vez en cuando, me ha sorprendido que una de mis páginas anteriores en las que aludía a ese tema, creo que tangencialmente, se ha ido encaramando a uno de los primeros puestos de página más consultada. No quiero ser mojigato, de manera que he vuelto a la página, la he releído, he conectado con las que conmigo lo han hecho desde ese perfil, y apuntado como “favoritas” algunas especialmente valiosas, espectacularmente eróticas o pornográficas, y me he impuesto a mí mismo ser claro y preciso en este tema, también, desde mis labores sobre todo, es decir desde las labores literarias. Con erotismo literario terminaremos más adelante, dentro de unos días.

Quisiera en consecuencia, y para despejar el campo, definir al menos tres cosas, que andan en las páginas de los tratadistas del género, pero que se necesitan aplicar al campo con cierto rigor, para no mezclar todo... a  no ser que lo que se quiera es precisamente el batiburrillo, que suele ser una finalidad inconsciente de ese tipo de páginas o direcciones, en donde se han ido conformando subgéneros –no se crean ustedes– que a veces resultan difíciles de dominar. Normalmente los subgéneros proceden de su uso en inglés, y no creo que porque los anglosajones sean más erótico-pornográficos, sino por el dominio del inglés en campos de alcance universal, como sin duda es este. Más adelante, ya que el tema da para bastante, podremos hablar de porqué algunas nacionalidades incluso algunas razas tienen su apartado porno-erótico y otras no: japonesas, chinas, coreanas, brasileñas, rusas... lo tienen y van a la cabeza; pero no hay demasiados estancos de “españolas”, “canadienses”, “portuguesas”, “guatemaltecas” o “danesas”, pongo por caso. Tampoco hay demasiados “americanos”.

Hay que tener en cuenta que todavía no soy un experto, aunque estoy en ello.  Lo curioso es que en muchos casos funciona la categoría superior a la nacional, de modo que existen estancos para “latinas”, “árabes”, etc. al mismo nivel que otras más descriptivos de la forma y cualidades físicas (“con mucho pelo”, “con pelo corto”... e imagínense ustedes el resto de la serie) y de otras categorías mucho más sorprendentes, que nos va a permitir navegar de lo pornográfico a los erótico: “Celebridades”, “Amas de casa”, “Estudiantes”... En fin, ya hablaremos de la inaudita riqueza de los “tag” o etiquetados que sirven para ir a una categoría u otra, incluso les citaré el que por ahora se lleva la palma, una página con ¡más de mil etiquetas!, en donde la inmensa mayoría lejos nos queda de imaginar que remite a una selección de películas, fotografías  o material porno-erótico. La clave estriba en la imaginación. Compondré esa página más adelante, porque entraña cierta dificultad.

Cuando la cuestión sexual se aborda directamente, sin tapujos, para desequilibrar a la parte animal del individuo, sea hombre o mujer, buscando la representación directa de actos de tipo sexual decimos que se trata de “pornografía”, que a su vez admite adjetivaciones y graduaciones posteriores, empezando por el “porno duro” (hard) o blando (soft), según se muestre o no directamente el sexo de quienes lo practican hasta su culminación. Hay poco que reflexionar sobre la pornografía en este aspecto; lo hay, y mucho, desde otros puntos de vista. Allá iremos con el tiempo.

Frente a la pornografía en el erotismo es absolutamente necesario que en el algún momento de la representación –sea del tipo que sea– el individuo erotizado/a ponga algo de su parte; la pornografía es claramente animal en su realización, aunque se apodere totalmente de nosotros; en el erotismo ha de funcionar en algún momento el resorte de la condición humana que imagina, piensa, ve más o menos de lo que hay, sueña, etc. es decir, interviene como “persona” para convertir lo que se le está ofreciendo en algo de incidencia claramente sexual. No se trata solo de lo que se ve, desde luego, la música, el olfato, el tacto... actúan de maravilla como resortes que nos permiten alcanzar el grado sexual de lo que a lo mejor no lo tenía en las intenciones de los que actúan. Por eso puede producirse un estallido erótico provocado por personas o escenas que no tenían esa intención; por relatos que aparentemente no buscaban ese efecto; por situaciones que nadie piensa, objetivamente, que pueden impulsarnos a la gozosa turbación erótica. Y desde luego existe la búsqueda y realización del erotismo buscando precisamente ese gozne, tanto en representaciones (arte, literatura, cine, música...) como en la vida social y en la actuación personal. Eso sí, en todos esos casos el objetivo puede fallar, porque nada pone de su parte la persona o el público para el que se ha pensado esos efectos. Lo que nos lleva a los dos últimos párrafos.

En efecto, quiero acabar esta primera anotación, la mar de sencilla, con un último apunte, que todo el mundo entiende: cualquier cosa puede ser erótica. Unas nubes, un sueño, un silencio, un olor perdido, unas notas musicales, un ruido, un vestido, una comida... Como ocurre en el campo de la Semiótica, la entrada de un receptor (el erotizado) en una escena universal permite que el elemento variable de ese receptor produzca la sensación eléctrica del erotismo, aunque nadie más lo haya apreciado.
Es verdad, por tanto, que la pornografía refleja el placer sexual servido en bandeja y sin complicaciones iniciales, en tanto que el erotismo nos puede llevar al mismo lugar placentero y turbulento de la condición humana, pero a través de un camino en el que intervenimos personalmente de alguna manera. Mucho mejor, ¿no? Pues no: mucho mejor solamente en las situaciones en las que el individuo necesite ese escorzo personal, quizá impertinente cuando la fiera anda suelta.

Para mí todas las ilustraciones de la entrada siguiente (la de SF) son eróticas, como las nubes de más arriba.



1 comentario:

  1. Ya sabemos que la "belle dame sans merci" tiene el tipo de moda: androide, anglosajón, cadera estrecha y cuerpo extra-musculoso. En eso usted sigue siendo moderno y actual, como el cantante Enrique Iglesias con su novia deportista.
    Ya aparecía otra página suya sobre pornografía con la misma estética deportista: pensaba que éste era el capítulo segundo.^
    Qué curioso, para hombres se lleva en la actualidad el tipo más femenino: Deep, Pitt ..., más bien de rasgos suaves y mucho menos musculosos que sus damas que aquí ilustran sus textos.
    Tipos totalmente anti-Loren, Cardinale, Magnani, Gardner, B.Davis ... o, ¡qué pena!, anti-el bellísimo y listísimo Vittorio Gassman (¡qué guapo!).

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