Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 28 de agosto de 2010

Poética de la creación

En algún momento, un interlocutor cariñoso e interesado me ha preguntado por la tarea de escribir y escribir, casi a diario. Se podría construir una hermosa teoría –lo he hecho en artículos sesudos, en revistas internacionales que probablemente no lee nadie– sobre las características de la creación y su relación con la lucha por la libertad, y cosas así.  Y sobre todo, podría aprovechar la triste circunstancia de que acaba de fallecer Rodolfo Enrique Fogwill (Buenos Aires, 1941-2010), de quien algo se popularizó –publicidad y tal– de su efervescencia creadora, al menos a través de unos versos que se suelen citar con frecuencia: Se necesitan poetas gay, poetas / lesbianas, / poetas consagrados a la cuestión del género, / poetas que canten al hambre, al hombre, / al nombre de su barrio, al arte y a la industria, / a la estabilidad de las instituciones / a la mancha de ozono, al agujero / de la revolución, al tajo / agrio de las mujeres, / al latido inaudible del pentium y a la guerra / entendida como continuidad de la política, / del comercio, del ocio de escribir. De Llamado por los malos poetas. Hay algo de provocador en la obra ingente, dispersa y caótica –también contradictoria– de Fogwill, pero también algo de los nuevos tiempos –en Argentina hay varios nombres que producen con la misma efervescencia– en los que la creación aparece como lugar nuevo y prodigioso que no será cenáculo de unos pocos y de sus voceros.
Como el tema da para largo, voy a ceñirme ahora a  traer a colación un antecesor, que realizó el camino con su propia obra; voy a citar otro soneto de Blas de Otero, nuevamente de su libro póstumo publicado hace un par de meses; dice así

Escribir y escribir. Todos los días.
Inventar, inventar; hablar, hablar.
Todos los días: todas las mañanas,
todas las tardes y todas las noches.

Escribir, inventar, hablar: contar
lo que me pasa, lo que he vivido, todo
lo que me envuelve como el aire hermoso.
Yo soy un hombre mudo que habla mucho.
.........................................

Blas de Otero

1 comentario:

  1. Oh, vaya. Acababa de descubrir a Fogwill gracias a la recomendación de Juan Escourido en uno de esos descansos entre manuscrito y manuscrito...

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