Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 22 de octubre de 2010

Pablo Valdivia, tres

Conocí a Pablo Valdivia (Granada, 1981) en Nueva York, en una reciente reunión sobre mecenazgo, de la que di cuenta en este cuaderno; nos intercambiamos versos, que es algo que hacemos los que vivimos esa perversión, su libro Respirar bajo el agua, mantiene un cierto tono de exigencia del que son muestra estos tres poemas, que habrán de ser inéditos, en donde los rasgos de la creación moderna (a veces, como en el primero y el tercer ejemplo, compone por versos, y no por el ritmo tradicional; es lo que a veces se suele "llamar verso libre"), se conjugan con otros más consolidados (la sintaxis semántica lejos del referente inmediato; la instantánea poética que se asienta sobre un fragmento; etc.) Al releer su biografía veo que va de Inglaterra a centro europa con saberes y funciones distintas.

(la velocidad de la niebla)

Velocidad llena de desaliento,
velocidad que nunca nos da tregua,
velocidad que picotea el alma,
velocidad con nombre de luz seca,
velocidad que vende hasta su sombra,
velocidad vacía, calma muerta.

Los kilómetros no nos pertenecen.
Un látigo de frío
disecciona las amígdalas yermas.

(on time)

La luna enorme de un reloj salvaje
ilumina de alambre
la eterna catedral de las llegadas.
Siempre fieles al Dios de los minutos
corren hacia infinitas escaleras
que nombran los peldaños trilingües.

Bienvenidos al reino de la lluvia,
a las noches sin posible descanso,
a la puntualidad de los cuchillos,
al eficaz suicidio de cada hora.

(al otro lado de las vías)

Trenes, trenes, trenes y madrugada.
Mi voz abraza tarde sus salidas
porque cada túnel es una muerte.

Despertarse buscando
el esqueleto del andén vacío,
vagones que han partido sin nosotros,
y recibir el bálsamo
del reloj y sus cifras.

Siento en lo más oscuro de mi noche
tu rendida presencia.
Nada más necesito
para desafiar a los que nos niegan,
para batallar contra hordas de insomnio,
para seguir viajando eternamente
hasta que olvide mi nombre y su forma,
si sé que tú me estarás esperando
lejos, al otro lado de las vías.

1 comentario:

  1. Querido Pablo:

    Muchas gracias por publicar en tu blog estos poemas. Creo que es muy importante la labor que estás haciendo para dar a conocer a estos 'raros', casi como en el sentido que utilizara Rubén Darío en su libro, que estamos ajenos al mercado literario español y su red de favores. No se puede escribir poesía más que desde la tranquilidad del que no tiene hipotecas con nadie.

    Gracias de nuevo por tus palabras y tu generosidad.Seguimos en contacto.

    Pablo Valdivia

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