Podríamos
pasar la tarde oyendo
canciones
de Leonard Cohen –yo tengo
casi
todos sus discos en mi casa–;
y
al llegar a Suzanne, atenuar luces,
ponernos
cómodos y desnudarnos
para
que las caricias y los besos
hagan
lo que les dé la gana, al menos
hasta
que ya no quede nada más
que
el susurro apagado y grave, mientras
se
confunden los cuerpos y se tensan
y
enloquecen las manos al trazar
el
mapa de la piel estremecida.
Y
podríamos ser, dejar, el resto,
juntos, dentro, y que más da, todo, ya.
http://www.youtube.com/watch?v=snMOmHzgssk
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