Voy a hablar hoy informalmente de Luisa de Carvajal; dejaré para otra ocasión la referencia exacta y erudita a muchas curiosidades de su vida y de su obra. Ya hace unos días, con motivo de una visita al monasterio de la Encarnación, en Madrid, dejé unos versos conmovido por esa oscuridad tétrica, de cuatrocientos años, que mantiene su cuerpo "incorrupto" en la sala de reliquias del monasterio de las agustinas recoletas, uno de ellos –al otro, el del opus, no me dejan entrar– de Madrid.
Está incorrupta porque el Conde de Gondomar, en cuya residencia de Londres murió, justo al publicar Cervantes la segunda parte del Quijote (1614), ordenó que se embalsamara y que se llevara, luego, a España. Bueno lo de llevarse España fue insistencia de quien entonces mandaba, de Rodrigo Calderón, que eligió la Portaceli de Valladolid en vez de La Encarnación. Sus viejas amigas quería que volviera allí, con ellas, a recordar las tertulias de Valladolid, cuando todavía vivía la reina Margarita y la corte adornaba el Pisuerga. Y así se hizo, porque intervino el Monarca, y por eso está ahora allí su cuerpo, en un rincón de la sala, en un arca tapizada de rojo con ribetes dorados; y eso que nunca profesó de monja.
El segundo apellido de Luisa puede ayudarnos a entender más cosas: "y Mendoza", sí, de una las familias nobles más reputadas de España. No quiso ser monja, en cierto modo como Teresa de Cepeda: se le quedaba estrecho el convento, el tiempo, el país.... Todo. Eligió la vida espiritual y desde adolescente prefirió emanciparse y vivir intensamente, acallando su cuerpo desnudo que le reclamaba el demonio: el dolor en su carne acabó por ser alimento necesario, cubrió sin duda los apetitos de la naturaleza. Al final de su vida, en Londres, hasta llaves ponía en los hijuelos de los látigos para lacerarse. No es extraño que muriera relativamente joven, a los 42 años, allí, en Londres, en casa del conde de Gondomar, el embajador, a quien no hizo más que causar problemas diplomáticos, pues ¿a quién se le ocurre viajar hacia 1604 a Inglaterra para convertir herejes?
El segundo apellido de Luisa puede ayudarnos a entender más cosas: "y Mendoza", sí, de una las familias nobles más reputadas de España. No quiso ser monja, en cierto modo como Teresa de Cepeda: se le quedaba estrecho el convento, el tiempo, el país.... Todo. Eligió la vida espiritual y desde adolescente prefirió emanciparse y vivir intensamente, acallando su cuerpo desnudo que le reclamaba el demonio: el dolor en su carne acabó por ser alimento necesario, cubrió sin duda los apetitos de la naturaleza. Al final de su vida, en Londres, hasta llaves ponía en los hijuelos de los látigos para lacerarse. No es extraño que muriera relativamente joven, a los 42 años, allí, en Londres, en casa del conde de Gondomar, el embajador, a quien no hizo más que causar problemas diplomáticos, pues ¿a quién se le ocurre viajar hacia 1604 a Inglaterra para convertir herejes?
Iré publicando en este "blog" noticias y documentos de Luisa de Carvajal y Mendoza.
No siempre se llamó así. El 24 de enero de 1605 Rodrigo Calderón escribe a Juan Ruiz de Velasco: "El Duque [de Lerma], mi señor, dice que su Majestad quiere saber quién es una doña Antonia Enríquez que va de Flandes y cuyo era un pasaporte que el otro día envió V.M. a firmar y me ha mandado su excelencia que lo sepa de V.M....." A lo que contesta Ruiz de Velasco: "Esta cédula de paso se hizo por orden que para ello tuve de su excelencia el Conde de Miranda; y ahora he entendido del secretario Juan de Amezqüeta que esta señora doña Antonia Enríquez se llama por otro nombre doña Luisa de Carvajal, conocida en esta corte por muy espiritual y devota, la cual dice que va a una romería secreta. Y por que no se entienda que es ella quiso que en el pasaporte se nombrara así, y que no ha querido decir adónde va, y desea que no se sepa su jornada...." Y luego marginalmente, en la minuta, añade: "Pienso que V.M. debe de conocer a esta señora, que posa junto al colegio de los ingleses, por Carvajal, y mi señora doña Inés también; hase concertado con su hermano y creo le da alguna cantidad de dinero. Puédese pensar que de la vecindad de los ingleses y de su bondad haya dado en ir a procurar ser mártir como ellos". Rodrigo Calderón será uno de sus corresponsales habituales y, como dijimos, el encargado de gestionar el traslado del cuerpo y su depósito en la Encarnación.
No siempre se llamó así. El 24 de enero de 1605 Rodrigo Calderón escribe a Juan Ruiz de Velasco: "El Duque [de Lerma], mi señor, dice que su Majestad quiere saber quién es una doña Antonia Enríquez que va de Flandes y cuyo era un pasaporte que el otro día envió V.M. a firmar y me ha mandado su excelencia que lo sepa de V.M....." A lo que contesta Ruiz de Velasco: "Esta cédula de paso se hizo por orden que para ello tuve de su excelencia el Conde de Miranda; y ahora he entendido del secretario Juan de Amezqüeta que esta señora doña Antonia Enríquez se llama por otro nombre doña Luisa de Carvajal, conocida en esta corte por muy espiritual y devota, la cual dice que va a una romería secreta. Y por que no se entienda que es ella quiso que en el pasaporte se nombrara así, y que no ha querido decir adónde va, y desea que no se sepa su jornada...." Y luego marginalmente, en la minuta, añade: "Pienso que V.M. debe de conocer a esta señora, que posa junto al colegio de los ingleses, por Carvajal, y mi señora doña Inés también; hase concertado con su hermano y creo le da alguna cantidad de dinero. Puédese pensar que de la vecindad de los ingleses y de su bondad haya dado en ir a procurar ser mártir como ellos". Rodrigo Calderón será uno de sus corresponsales habituales y, como dijimos, el encargado de gestionar el traslado del cuerpo y su depósito en la Encarnación.
Su viaje es otra aventura. Por cierto, ¡no sabe ni una palabra de inglés! Cuando consigue llegar –le mandan un guía desde Londres y llega disfrazada–, se esconde durante un año, aprende el idioma y luego se lanza a su misión, lo que es otro capítulo, el final, de su biografía. A través del epistolario se puede seguir bastante bien la parte más aparatosa de su biografía.
Al poco de llegar la noticia –y el cuerpo– de su muerte a España, se multiplican las relaciones de su vida y las exequias hagiográficas, una de ellas, por cierto, del padre Pineda, que por el momento estaba censurando a Góngora y que iba a hacer luego lo propio con Quevedo. El padre Pineda era un jesuita de mucho prestigio y Luisa de Carvajal, que no había querido profesar en ningún convento, se había arrimado a la compañía, cuyo modo de vida le era, sin duda mucho más afín. A fundaciones de jesuitas dejó todos sus bienes, casi todos. Jesuitas fueron los editores de sus obras, primero en 1635; ahora, en 1965 (volumen de la BAE).
He estado buscando los originales de sus obras. Todavía no los he podido ver, pero sé que existen, lo dice, sin ir más lejos, precisamente Camilo María Abad (s.j.), que es el que edita el Epistolario de Poesías (1965) a partir de un trabajo muy serio de Jesús González Marañón. Espero poderlos consultar a través de Patrimonio Nacional.
Antes de despedir esta primera asomada a Luisa –le voy a llamar a partir de ahora así, como a una novia portuguesa que hace tiempo tuve–, vamos a dejar aquí un romance "espiritual", y me duele poner ese adjetivo que no sé si proviene de su pluma o de sus piadosos editores, que así intentaban evitar que lo leyéramos de modo profano. Y no es el más subido, no.
Yo lo leo de modo profano:
En la dura superficie
de la tierra recostada
y de una mortal herida
de amor, que el alma le pasa,
con mil vivos sentimientos
del tierno pecho arrancaba,
Silva, profundos gemidos
que por la posta despacha.
Del grave dolor que siente
constreñida y apremiada,
más que a toda diligencia
les ordena que se partan,
y dice: "Andad, mis suspiros,
pues me veis desahuciada,
en busca del bien que pudo
herir de este modo el alma,
con cuya mano divina
solo podré ser curada,
que de males rigurosos
de amor jamás nadie escapa
con vida, sino en las manos
del mismo que de amor mata".
Véase un excelente enlace, que recupera textos idos con la colección Fernán Núñez:
http://www.ehumanista.ucsb.edu/projects/spanish_black_legend/03.htm
Véase un excelente enlace, que recupera textos idos con la colección Fernán Núñez:
http://www.ehumanista.ucsb.edu/projects/spanish_black_legend/03.htm
Pablo, qué alegría leer esta entrada. Me has despertado la curiosidad, me he puesto a buscar y veo que es una figura trabajada en lengua inglesa, pero nada en español. Por no haber en español, ni hay una entrada en wikipedia, en donde sí figura en inglés. Seguiré lo que vayas colgando de ella. Un abrazo fuerte
ResponderEliminarQué historia impresionante. Me engancho a ella.
ResponderEliminarJuan, los tres investigadores que se han ocupado de ella son anglosajones o andan en Usa (Cortijo está en California, creo); una de las razones es que aprte de la documentación ha de estar en Londres (¿en st. James?). Es en la documentación de aquí en la que yo estoy hurgando. La carta citada pertenece a un manuscrito de la BNE; de otro distinto publicaré espero que maña algunas cartas de Rodrigo Calderón; para los originales de La Encarnación, llevo varios días yendo a Palacio Real, en donde también están la veintena de cartas de Gondomar (con catálogo y digitalización).... Haría falta buscar entre los papeles de las agustinas de Valladolid, y en los archivos –si los hay– de esa rama nobiliaria (quizá en Toledo). Etc.
ResponderEliminarSí, es asombroso lo poco que ha interesado.
Claro. Además he leído que es desde perspectivas de género desde donde se ha comenzado su recuperación. Uno de los primeros artículos que aparece en JSTOR lo escribió Vollendorf. A mí me interesa por su biografía, claro, pero también porque para estudiar la religiosidad popular es muy valiosa. ¿Están digitalizadas para uso interno las cartas de Gondomar o las han colgado en la güeb?
ResponderEliminarNo, la correspondencia del Conde de Gondomar volvió con los archivos del embajador en Londres casi toda a Palacio Real (aunque hay volúmenes en la BNE, por ejemplo). Se digitalizó y se imprimieron varios índices, que ocupan cuatro vols. Está digitalizada , pero no cuelga de la red; hay que encontrarla y luego verla en pantalla, a partir de esa digitalización se puede pedir copias....¡pero hay que saber lo que se pide! Muy complicado.
ResponderEliminarAparte hay series y colecciones sueltas, son fundamentalmente de las que yo estoy reuniendo documentación.
Seguiremos la historia de Luisa de Carvajal. No nos dejes con las ganas de saber más.
ResponderEliminar¿Por qué decís que el segundo Quijote es de 1614?
Saludos porteños.
Tienes razón, Julia; se me cruzó el año e la muerte de Luisa de Carvajal; obviamente el segundo Quijote es del 15. Lo dejamos así para que se vea su confección artesanal.
ResponderEliminarAh, claro, comprendo. Pensé que tal vez estabas en posesión de algún dato filológico oculto para los legos.
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