Las mimosas serán para los muslos,
arrayán blanco, en flor, en las caderas,
hojas del limonero por la espalda,
para el cuello y la nuca, madreselva,
mordida entre los labios la albahaca,
que las manos estrujen vïoletas,
mientras las recias hojas del romero
con el vello de tu sexo pelean;
haremos archimboldo los dos juntos
en un lecho de rosas y camelias;
azotes con glicinias en la espalda,
al costado heliotropo y en las piernas.
Los brazos como ramas en los brazos,
y el río de los cuerpos que nos lleva.
Madre de dios, que complicado que lo pone usted...con lo sencillo que parece. Sera por lo de ser poeta.
ResponderEliminarTremendo!Como sigas así esta primavera tendré que dejar de leerte. Un abrazo
ResponderEliminarCasi sin criterio me he quedado,pero una vez repuesta, jejeje, siento este poema que muerde literalmente la vida y une en un lecho amoroso lo humano y numerosos aromas y formas vegetales bajo el impacto de una conjuntada sinfonía.
ResponderEliminarMuchas gracias por darme la oportunidad de conocerlo.
Bicos.