El tiempo se fue de amores,
como manrique cantaba,
lo del trigo de las eras,
lo de la juventud pasada.
Lo que queda, ¿que será?;
abierto el corazón aguarda;
de donde venga emoción,
allí dejaré mi casa;
mientras me buscan destino
el destino es lo que pasa
cada día, cada noche,
risas, silencios, palabras,
sin jugar a la ruleta
de las vanas esperanzas;
un desván para recuerdos,
un pañuelo para lágrimas,
y unos ojos todavía
que se encienden como llamas
cada vez que se aproxima
quien puede atrapar el alma,
quien tiene magia en la piel
y redes en la mirada,
quien luego desaparece
y se convierte en fantasma
para enredar en los sueños
mientras que la noche pasa.
Y aquí me tienes romance,
ahora que me acompañas,
vestido de tus renglones,
buscando lo que se canta,
con una rima sencilla,
con un romance se acaba.
Lo que te he dicho seré.
Ya nos veremos mañana.
Muy bueno. Yo quitaría las fotos del margen que distraen de la lectura. Cuestión de estética ya que esos ojos son bien bonitos.
ResponderEliminarEs muy ligero -para bien, con aire- y bonito su romance. Parece increíble que un lugar como Nueva York, tan ajetreado y laborioso, inspire un romance así; más aún teniendo en cuenta que usted es también hombre laborioso y que se trae muchos trajines, del cuerpo y del alma. Muchas gracias. Nadie desaparece del todo mientras uno los piense. Tendrá mucho éxito con su conferencia si la hace tan amena como promete en su otra entrada, muy divertida también. Se lo está pasando bomba ahí en las américas. Lo extraño es que le dejen fotografiar y mirar a la gente en un lugar donde enseguida se sienten perseguidos y atacados por una mirada un poco más larga.
ResponderEliminarVaya, no es tan alegre como los otros romances, tan musical, pero tiene la belleza de la nostalgia por lo que pudo/puede haber sido/ser y no fue/¿será?
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