Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 28 de junio de 2010

La extensión del soneto en Blas de Otero

Hace unos días redactamos unas notas en este mismo cuaderno sobre los sonetos, sus variedades, su moda..., con ejemplos de Juan Gelman y alusión rápida a la tarea que había realizado, en la poesía peninsular, Blas de Otero (+1979), cuyo último libro se está leyendo ahora (Hojas de Madrid con La galerna, 2010) con sorpresa y una cierta dosis de admiración. Bien está. 

Cierto que muchas de las poesías circulaban plácidamente por lugares de fácil lectura, como colecciones de clásicos, libros de divulgación, etc. Se había editado en Alianza, Castalia, Tusquets, Vicens Vives, Calambur... No hace falta que nadie descubra a Blas de Otero, quizá sí que corrobore esa maduración poética de sus últimos años -–a la vuelta de Cuba, en general–, anunciada y parcialmente lograda en su itinerario poético.
Así con el soneto, cuyo ejemplo primero ya se había publicado:

Y que es muy explícito en su forma y contenido.

"Hojas de Madrid..." profundiza con desparpajo absoluto en varias formulaciones poéticas que todavía, me parece, ni se han señalado ni se han explicado con la profundidad y rigor que el mejor poeta de la segunda mitad del siglo que se fue merece. Es de esperar que del asombro a la extrañeza vayamos a la historia de esta deslumbrante aventura poética que culmina ahora, con la tardía publicación de este libro, en parte póstumo.
De su conjunto extraemos dos de los nuevos juegos con el soneto:

El taconazo becqueriano que en "Historia de mi vida" deja clavado el soneto, que se va a un alejandrino rubeniano (es decir, con acento en tercera de cada hemistiquio, como el de "La princesa está triste....") 
Y las extensiones de los dos primeros cuartetos del siguiente, a un heptasílabo, al ritmo del bolero de Ravel, al que ya había dedicado otros poemas el autor.

La música en Blas de Otero es otro tema, tema goloso que nos enseña –lo veremos, quizá– la avidez con la que el poeta recogía estímulos mlodernos de todo tipo y los engastaba den sus poemas, pues además de un clásico, desde luego, fue de los primeros que llevó a los Beatles o a Bob Dylan a sus versos, aunque hayan tardado tanto en publicarse.


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1 comentario:

  1. OQUEY BOY A ADMITIR QUE ES TAS IMAGENES ESTAN PADRES SIGAN PUBLICANDO MAS BAY

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