Sexo, sexo, sexo. Es lo que la gente quiere. Los índices de audiencia son tan claros. Los índices provocan audiencias, las audiencias provocan índices; la desinformación y la falta de imaginación provoca que las audiencias vayan a donde los índices obligan. Nunca he creído en los índices; y seguiré escuchando la pavana de Ravel aunque nadie ya nunca jamás la escuche; y seguiré leyendo las odas de fray Luis aunque ya nadie jamás las lea; y seguiré manteniendo mi espacio de creación aunque no tenga índices....
Fútbol todos los días y en la tele. Motos, al mediodía. Y pornografía cuando la noche asciende. Hasta me dará estipendios si “monetizo” las entradas y frecuento, con un buen hacer, el maravilloso mundo de la sexualidad, en cualquiera de sus manifestaciones más descarnadas –no hay que tomar las palabras literalmente, en este caso.
Luego, el material es tan amplio,
tan diverso, tan variado. Millones de cosas que no sabía. El sexo que se
extiende por las galaxias, los tebeos, la comida, la fauna y la flora, las
desviaciones genéticas.... ¿Sabe Vd. que se pueden lograr excitaciones diversas
con hormigas, cucarachas, peces, elefantes; dejando que te peguen con varas de
ortigas allí donde más te duela –está en Font-Quer, de Roma–; aplicando una
lupa o derramando cera en los pezones de alguna dama; intentando mezclar
bestialismo y ecología; escuchando canciones de bicet o de antoñita moreno....?
¿Qué mundo nos estábamos perdiendo? ¿Será verdad que se alcanzan cotas de
felicidad inauditas mientras te pinchan los testículos con agujas japonesas sin
que puedas gritar, porque una bola te ocupa la boca? Y si yo en un vagón de
metro decido hacer guarrería con alguna japonesa, ¿será verdad que no solo
nadie me ve, sino que la japonesa en cuestión –que emite grititos y cierra los
ojos– terminará por hacerme una fellatio
a mí y a dos buenos señores que iban por casualidad en ese vagón a la estación
de Pueblo Nuevo?
Ay, mundo desconocido, procaz,
sin fronteras, como este universo del que se dice ahora que se nos va eternamente
en expansión hacia un lugar que antes no existía. ¿Cuál será el futuro del
sexo? ¿Haremos guarrería hincándonos materia cósmica en salva sea la parte
mientras una estrella fugaz derrama lluvia de oro –como en los cuadros de
tiziano– sobre el ombligo de un trisexual trasformado en mariposa? Como en la
película de Lee Chang-dong (Milyang, Secret
Sunshine, 2007: se puede ver en el Doré –no
la vean, es muy amarga), nos llenaremos el pecho de mariposas cuando vayamos a
los polvos imprevistos que una pulsión sanguínea te reclama. ¿Serán todo
metáforas o vamos al infinito y más allá? Y serán mariposas con insospechada
forma de efebos epicenos.
Inquieto me tiene la cuestión porque, se mire como se mire, se trata de uno de esos viajes constantes de la imaginación humana, cuyas bridas mantiene a duras penas, primero, la moral heredada, luego el temor social, finalmente la estructura misma de nuestras formaciones sociales con su paso por estos momentos históricos. Y en la caverna de cada individuo las “cárceles del alma” (bien sé que es el título de una novela del húngaro
A. Huxley, el que se fue de España cuando vinieron los Beatles) mantienen encerrado al animal, como bien saben los socialistas franceses o, para no salirme a muchos ejemplos, el “pastor” de la película citada de Lee Chag-dong, que termina por sucumbir a las mariposas de una feligresa.
La viñeta, que habrá de tener su
continuación, para cebo de lectores inquietos, habría de considerar al menos
dos cosillas: ¿qué hacer con la materia de esas cárceles, con las mariposas,
con Strauss; qué hacer? Segunda: añadiremos las ilustraciones cazadas en los
millones de páginas eróticas, pornográficas, humanas –clasificables desde otras
muchas perspectivas, desde logradas y bellísimas hasta irritantes– recogidas en
un par de horas de los de no te digo nada, que den color –obligadamente desde
mi perspectiva y con pequeñas censuras– a esta parte reflexiva que no, desde
luego que no, puede liberarse de la otra más que por un pudibundo ejercicio
teórico.
Y con un aplauso final. ¿Dónde
estaba todo este mundo, dónde los millones de páginas con sus espectadores y
sus índices de audiencia imbatibles cuando no estaban? En las cavernas, en las
sombras de los individuos, en los asientos oscuros de los cines baratos, en las
revistas millonarias que nunca ocupan las mesitas de las salas de espera, en
los correlatos pensativos de las canciones de ritmo más salvaje, en la llegada
de la noche en medio de una ciudad de rasgos poco marcados....
Algún tapón se ha destapado, algo
ha quedado al descubierto y se extiende sin fronteras también liberando a la
gente de esa sensación de culpabilidad. No está mal. Para corresponder a todo ello, he elegido las curiosas –y muy logradas– ilustraciones de la parte más imaginaria del asunto, de manera que el sexo, en esos momentos, crea e inventa a partir de una realidad descompuesta para que dibuje los deseos.
Muy interesante su texto, para buenos debates. Lo malo es que con tanta silicona se hace más pesada la página. Según la sabiduría hindú de los chakras, lo importante es el equilibrio:
ResponderEliminarEn el segundo chakra, la principal clave para notar un desequilibrio es el deseo de perderse en el sexo, el alcohol, las drogas, la comida o en cualquier otra sensación estimulante. Las fantasías sexuales, aunque no haya actividad real, también son motivadas por el deseo de este chakra que conduce a la imaginación.
El chakra sacro gobierna las actitudes y deseos sexuales. La persona negativamente fijada en él está atrapada en la sexualidad y en los sentidos y basa la mayoría de sus interacciones y percepciones en ello. Alternativamente, o en un estadio más avanzado de adicción, puede haber parálisis de sentimientos en esta área. Su mal uso produce histerismo ó se buscan experiencias que reflejen intensidades de placer o de dolor.
¿Lo habrán estudiado los gobiernos?, porque entre sexo y fútbol anda el juego para distraer al personal y procurar que no se eleve su intelecto.
Gracias por los comentarios; yo creo, de todos modos, que "silicona" en sentido literal no hay, pues he procurado que todo sea producto de la imaginación y de la habilidad técnica para realizarla pictográficamente.
ResponderEliminarUna discusión larga y tendida, en efecto, podría terminar con el deseo de una compensación o equilibrio de todas las actividades y estímulos humanos; pero entre ellas tendría que aceptarse que algunas son "intensas", no descartar la intensidad –como suelen hacer las doctrinas orientales– a favor de la templanza. Salirse de madre es tan válido y gratificante como alcanzar, de vez en cuando, eh, estados de serenidad.
Más gracias.
¿Por qué no es intensa la templanza?. Precisamente hace falta mucha intensidad para lograrla, en todos los sentidos imaginados. El equilibrio no es ni de oriente ni de occidente, es humano. Ahora está de moda el “todo vale” pero la fijación maníaca en el sexo (o en otra cosa) se convierte en burocracia. El aislamiento de alguien en solo sexo se parece a la perversión, banal y aburrida, nada transgresora ni creativa. Se convierte en algo seguro y sin riesgo. El “salirse de madre” es válido, también lleva a la ruina: escalofriante el relato de M. Vicent sobre Montgomery Clift (http://algundiaenalgunaparte.wordpress.com/2011/08/27/montgomery-clift-combate-contra-la-mascara/). Otra cosa es divertirse, salir de farra ... la alegría siempre es buena y el placer también. Pero no es lo mismo que lo otro, no es igual de válida una cosa que otra.
ResponderEliminarMe parece que intensidad y templanza son antónimos. Luego, en su comentario, aparecen otros términos, por ejemplo "fijación maniaca", que no pertenecen ni a la templanza ni a la intensidad, van por otro lado, desde luego, reprobable o enfermizo.
ResponderEliminarMás gracias.
Estoy de acuerdo con usted en que no debe descartarse la intensidad. Igualmente, pese a no ser conveniente basar toda una vida en el vano propósito de obtener riquezas dejando de lado otras muchas cosas que son, sin duda, considerablemente más importantes; ello no exige renunciar a los bienes materiales. Lucio Anneo Séneca asevera en sus cartas a Lucilio que "es debilidad del alma no poder soportar las riquezas", es decir, no se trata tanto de huir de ellas, sino de valerse de ellas para cuanto nos sea necesario sin llegar a depender de ellas.
EliminarEsta misma regla se puede aplicar a lo que aquí se está discutiendo. No es despojarse de todo cuanto es intenso la solución idónea, sino, mediante la templanza, vivir esta intensidad sin permitir que llegue más lejos de lo que nos parezca deseable.
Usted lo ve como una oposición, yo más bien percibo un todo constituido por una parte instintiva y otra racional que deben funcionar de forma sinérgica.
Sexo, sí; para ellos y ELLAS; se hecha de menos un punto de vista más general, no sólo masculino...; seguro que sin intención pero resulta escorado el planteamiento, quizá inevitable, pero ellas también...
ResponderEliminarHe corregido algunas ilustraciones para aceptar el último comentario; pero me he dado cuenta de que tendría que adoptar otros muchos puntos de vista (el transexual, el homosexual, el orgiástico, el solipsista....) y dar cabida al universo que comento. Al cabo, acepto que miro alrededor obligatoriamente desde mi propia perspectiva, quizá intentando no rechazar otras y aceptando que eso pueda ocurrir en casos diversos.
ResponderEliminar"Aucun ne supportait ma solitude parce qu'elle aurait pu être la leur"
ResponderEliminarhttp://www.lexpress.fr/culture/livre/l-envie_1030575.html?xtor=x