Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 29 de septiembre de 2015

Historias de libros ("La Fortuna de los libros", Museo Lázaro Galdiano)


Aconsejo dejar un rincón de tiempo libre para visitar la pequeña y deliciosa exposición del Museo Lázaro Galdiano, que cuenta historias de libros: libros singulares e historias especiales. Y aquí se emplea "libro" con el sentido general válido para libros mucho anteriores a la invención de la imprenta (manuscritos, por ejemplo) o de áreas geográficas lejanas.
Tuve la fortuna de encontrarme con el director y responsable –Juan Antonio Yeves– mientras consultaba en la biblioteca de esa fundación, en la calle Serrano de Madrid, su fondo de manuscritos e impresos chinos, mientras consultaba exactamente la Biblioteca oriental de Vindel (comienzos del siglo XX) y unas ordenanzas reales del siglo XVIII, que recogen memoriales e historias del descubrimiento desde mediados del siglo XVI, un libro interesantísimo.

Me acompañó a la exposición y tuve la suerte de disfrutar del mejor guía. En justa correspondencia a su saber y simpatía, añadí al libro de visitas el 我 喜欢 本书 (`me gustan los libros')  y firme como  保罗 Jauralde, para que quedara recuerdo de los dos motivos que me habían llevado a visitar ese espléndido lugar.


Bien es verdad que la foto que le hice mientras recorríamos la exposición no es muy buena, por culpa del fotógrafo, aunque suplida va con el catálogo, que además de los libros y cartelas, añade un comentario de especialista a cada caso.
Y todos son casos, desde el pequeñísimo y fundamental manuscrito del Buscón (el llamado B, de "Bueno") y el enorme Libro de retratos de Pacheco hasta textos mucho más modernos, como ese cuaderno de notas en el que Alarcón recogía brevisimamente noticias de la guerra de África, que luego utilizo en su obra mayor, Diario de un testigo de la guerra de África (1859-1860).


El que encabeza esta entrada es Epithalamia exoticis linguis reddita (Parma, 1775), "imponente tomo impreso en folio abierto, que aparece celebrando la boda de príncipe Carlo Emanuele de Saboya con Maria Clotilde de Borbón, hermana de Luis XVI de Francia..." Un alarde tipográfico con 25 inscripciones, 250 págs., en 25 lenguas exóticas, acompañadas de otros tantos grabados de imaginarias ciudades piamontesas. 
El que precede inmediatamente a estos párrafos muestra una página del Libro de horas de William Hasting, c. 1470, el noble fiel a Enrique Iv, que fue decapitado en 1483, poco antes de la coronación de Richard III. E. König traza la historia del libro y describe la escena de la muerte de un gran señor –la de la hoja que precede–, al mismo tiempo que comenta el juego floral sobre fondo dorado.
Entre los literarios, uno de los volúmenes en los que se recogieron por el Duque de Sessa las cartas de Lope; una primera edición de la segunda parte del Quijote; el Auto sacramental alegórico intitulado "Amar y ser amado: La divina Philotea", copiado por un auténtico artista de la caligrafía; etc.



A veces la prehistoria del libro o sus aventuras una vez fabricado son más que interesantes, misteriosas, como el incunable Hypnerotomachia Poliphili, que en Venecia sacó Manucio en 1499, que dejó en secreto a los autores –tanto del texto como de las xilografías– y al significado de una obra de belleza tipográfica indudable, que si ha trabajado en esos campos como en el de las lenguas que lo dicen –el italiano que recobra latines y griegos constantemente–, ha de ser de un sincretismo que desgraciadamente se perdió. 
Terminamos con dos ilustraciones más, una hoja suelta del Libro de horas de Juan Sin Miedo que representa la huida a Egipto (s. XV), cuyas peripecias narra Javier Docampo. Y una página de la Biblia Políglota de Alcalá (1514-17).





domingo, 27 de septiembre de 2015

concierto de Chopin y sus circunstancias, con un cabo de romance


1
pondré sobre la mesa        unas manzanas
abiertas      y un limón     cortado en gajos
en una fuente azul      de loza antigua
que cubriré      con un mantel dorado

y en la penumbra del rincón      dispuestos
como jardín       que cultivé en un jarro
los crisantemos     que sequé     y mimosas
en juego       con la flor de los geranios

y sonarán      nocturnos    los silencios
de chopin     en los dedos del pïano
para vestir     de luces amarillas
la dulce oscuridad    de aquel espacio

ya ves       dispuse todo    para ti
no me creo   que lo hayas olvidado



Madrid
2
un piano está sonando por la casa
y no dice hacia dónde se encamina
láminas de silencios que atraviesa
veces hay que no vuelve si se olvida

sugiere cobijado en lo que sueña
sin saber lo que sabe se desliza
y se aleja tan lejos que abandona
no dice si adelanta o si retira

un pïano de dedos trasparentes
cristales que en las manos se recitan
regresa a donde nunca nos iremos
le sobra lo que falta mientras viva

alcanza los lugares que no existen
al tiempo que no muere se destina



Jardín Botanico (Madrid)

3
una paloma se ha posado sobre
la pétrea cabeza de Verlaine;
muy cerca anda chopin, algo perdido,
entre aligustres, pinos y otras plantas;

más lejos, baudelaire, descolorido
se ha quedado mirando adolescentes
que salen del liceo de montaigne,
casi todos fumando sin parar,

necesidad de ritos iniciáticos;
los jardines esconden más estatuas
la mayoría sucias y deformes;
faltan vallejo y borges y machado....

No concede parís ninguna tregua
a la memoria de las emociones.



Lanzarote


4
 vade retro, Lamela

Yo quisiera, doctor, ponerme malo
de modo natural sencillamente,
irme a la cama con algún dolor
y que me suba al descansar la fiebre;

que no me anden hurgando con tubitos,
y si me pinchan, en el culo siempre,
sin usar aparatos ni llevarme
a la gran sala donde todos mueren;

si pudiera, elegir algo de música,
–chopin, los beatles, un ravel muy breve....–
una enfermera de vestido abierto
que me arrope, me cure y que me vende.

Y cerca, al lado, sin marcharse nunca,
que barbolilla diga que me quiere. 


El Retiro





















5  
Desmedido

Por un fresno de olor pierdo el camino:
ya estaban en la Cuesta de Moyano,
reaparecieron cuando fui a buscar
el abedul perdido en el estanque;

tan borracho de hallazgos iba que
tomaba las acacias por robinias
y los chopos por abedules, vaya.
Mal anda este aprendiz de árboles nuevos

que ni siquiera ha visto en flor paulonias
y creía que el palo santo daba
caquis, fruto tardío, como yo,
que he descubierto que la luna llena

produce los nocturnos de chopin
y que el fruto del piano me acaricia
cuando se abren las flores de los fresnos 

Botánico de Buenos Aires
6
Por un fresno de olor pierdo el camino
todo lo que me queda son poesías
hilera de palabras que suceden
y ritmos que se van de melodías

solo parece que es un juego más
pensar los versos      meditar las sílabas
empeñarse en decir lo que ha pasado
y acercarnos tranquilos a la orilla

sin embargo chopin aun me conmueve
y me da gallardón espanto y risa
me gusta compartir con quien va al lado
y todavía quiero a barbolilla

todo será que de repente vengan
y me obliguen a resolver con prisa. 


Qingdao, anochecer desde la vieja casa de Chan-Kay-Che
7
Luna llena en Qingdao

Al borde de un nocturno de chopin
su soledad el caminante evoca
se fue a trasmano por los andurriales
sin casi libros con un bloc de notas

vendrá la eternidad muy a su paso
con alguna canción de poca monta
con el wagner redicho que acostumbran
para esconder con ruidos tantas sombras

no sabrán elegir un buen bolero
mira que se podrían cantar coplas
y uno aquí con la mano en la mejilla
pensando en componer una gavota

Chopín me recrimina con dulzura
luna llena y un mar dulce     sin olas 

Catedral de Florencia
8
Traje de ceniza

He pensado en vivir cuando me muera,
marcharme a otro lugar más ventajoso
desde donde los prados en estrellas
inviten al sosiego y al reposo;

llevarme un ángela de un viejo sueño
al balcón de los astros más hermoso
y en sus alas teñidas de horizonte
mi cuerpo abandonar muy poco a poco;

solo sus dedos en mi piel desnuda,
roce sin fin en caracol de oro,
mientras suena en la cuna de los vientos
chopin al piano, bach al clavicordio.

He pensado en vivir de otra manera.
Y compondré los versos de otro modo.


Saint Julian le Pauvre (Paris)
9
N.P.

recito a Garcilaso     cuando cruzo
le petit pont   y el tiempo   recobrado
Chopin   se anuncia     en san Julián le pauvre
el mar remoto    y gentes     he dejado

es    casi    niebla azul    la de esta tarde
que envuelve un Saint Jacques   difuminado
y las calles    y plazas    y las gentes
todo vive y se agita         Garcilaso

¿Qué les pasa a estos versos que      tan dulces
cuando me paro   a contemplar mi estado
cómo es posible   que así    suenen     como
versos tan viejos      limpios      renovados?

en sus ojos azules       ¿o eran verdes?
en sus ojos miré       en sus ojos claros


El Retiro, Madrid, en otoño
10
a veces      el lugar      reconocido
donde sé que     lo que ya estuvo      estaba
por eso escucho a brahms    voy al Retiro
y el viejo pantalón    y la bufanda

hago bizcochos si la tarde va
lenta o triste    sin voz     lejos    extraña
y dejo por la noche que       chopin
y me enciende la luz de madrugada

por eso en mis paseos     barbolilla
a veces y tan lejos me acompaña
y con la risa de los niños ando
cuando juegan y corren en la plaza

por eso a veces miro donde sé
que no hubo nada antaño      que no hay nada



Kunmming (Yunnan, China)

11 Estaciones chinas

El piano de Chopin suena algo extraño
en los trenes de china, regionales.
¿No compuso el preludio cuatro para
que lo escucháramos con el gentío

de le estación? ¿con los que dormitan
en el inmenso hall y esperan que
el altavoz anuncie ya su tren
o forman cola para los billetes?

Suena el preludio cuatro de chopin
con el sabor que cobra todo aquí,
agridulce, sabroso, popular.
Dentro de poco, Bach; a ver que pasa.

Facebook no tenía esto previsto.
que escribiera un soneto cada día.




12
Tema de Barbolilla

Barbolilla que estás lejos y ajena,
te amo, como a Chopin, todos los días;
estos versos recuerdan tu dulzura
mientras vuelvo a sentir que te quería.

Los años, que nos hunden poco a poco,
te llevan al rincón donde se olvida;
de allí voy recogiendo nuestras cosas,
tus ojos negros, tu ademán de niña;

las noches que te quise intensamente
me dejaron tu voz azul prendida,
y ya no sé qué hacer cuando me vienes
al cansancio final de la partida.

Que todo se nos va mientras queremos.
Sin saber dónde va, se va la vida. 



El Tamesis, amanecer en Londres desde el Queens College
13
Londres

Escuchando a Bartok y a Cesaria Évora
trascurre el viaje en bus a San Pancracio.
A la altura de Aldgate Place sube
un oriental con ropa militar,

acribillado el rostro por los piercings
y el pelo en cresta verde y plata, como
mariposa. Bishopgate. Twoeufive.
Es imposible pronunciarlo todo.

Salta Chopin en el I Pod. Me acuerdo
de ti. Los árboles de Euston Road
acarician la luz de los cristales
cuando pasamos en el bus juntos;

el aire se estremece y se retira.
Estás aquí. Te llevo de la mano. 

Malde (Cedeira, La Coruña). Casa del rapsoda
14
Esta casa conoce tantas cosas,
ha vivido conmigo mucho tiempo,
hubo veces que abrió todas las puertas
otras hubo que fue para secretos;

tuvo amores y tuvo desengaños,
tantas veces oyó lo de te quiero,
ahora sabe que solo permanece
el juego de las luces sobre el tejo;

cuando llegan las lluvias del otoño
el tojo y el carballo van al fuego
las llamas crecen encendidas mientras
esperamos los dos que llegue invierno.

El piano de chopin suena en la noche;
escuchamos la música en silencio. 



el rapsoda habla a la soledad
15
Conversaciones

Le he preguntado a soledad si es buena
o si es mala; –"Depende...".– me contesta,
mientras se queda pensativa, lejos;
–.... "si pones músicas desconocidas,

me gusta estar así contigo a solas;
pero me punza el corazón si escucho
a los beatles chopin o sostacovich,
y si es música china o moustaki

lo llevo muy mal, todo, la verdad;
también te tengo dicho, como sabes,
que no me dejes sola durante esas
interminables tardes del domingo....


Por lo demás yo estoy igual que tú
bastante despistada". Y me sonríe.



Anochecer en Qingdao
16

Tantas veces al borde del misterio
jardinero que fue de las estrellas
nocturnos que despiertan      si la noche
y en brazos de la luna se despliegan


nocturnos que refrescan los sentidos
que rozan los silencios y los tensan
los más hondos abismos que se alcanzan
que recogen     que dicen    y que dejan

y luego entonces     y después así
se apagan sin dejarnos y se alejan
un perfume de noche queda abierto
soledad se desnuda     más intensa

tantas veces creí que al fin aquello
tantas veces creí que aquello era


Luz y sonido nocturnos en el lago del oeste de Hangzhou
17
Hola, chopin     muy buenas noches     ¿sabes
que todavía elijo tus nocturnos
para mirar hacia la plenitud
cada vez que se apaga el día, cuando

se puede desechar lo que nos sobra
y recorrer las viejas galerías
que el amor invadió     que la ternura
sin que nos tachen de sentimentales?

Yo no sé cómo guardas lo que fue
imperceptible     todavía cerca
cómo conservas lo que nadie supo
más que sentir como lejano anhelo

melodías que van a los secretos
ha sido todo hermoso y triste       ¿no?



Lijiang (Yunnan, China)
18
Tristeza de chopin      al piano lenta
mente dice y se queja por lo que ama
se entretienen sus dedos y se enredan
negras teclas enredan nubes blancas

armonía dispersa de sonidos
de tiempos      de recuerdos     de miradas
lo que vivió conmigo tantas veces
se estremece en las hojas y en las ramas

tristeza que ha venido    olor de campo
impregna el aire tibio esta mañana
en cualquier sitio dejaría todo
si es que algo queda     dejaría nada

este gesto prendido     en el espacio
un instante de luz     que ya se apaga


El rapsoda baila el romance
19
Y su romance

Dicen que no se debe hablar en verso
de nuestra intimidad, que lo privado
es de mal gusto que aparezca así,
directamente en verso. “No es poesía”.
Vamos a ver qué pasa si lo digo:
amo a la emperatriz Isabel,
la que pintó Tiziano, rubia y blanca,
amo a Suny, a Chopin, a los turrones,
me vuelven loco los helados, amo
a Javi, a Nacho, a Helianuska, a Pauet,
a las parejas del Retiro cuando
aprovechan las sombras de la tarde
y se atiborran a mimos y a besos;
me enloquecen la fruta y las natillas,
amo a la panadera, y a la chica
del pendiente, en el bar de la plazuela
roja, en Cedeira, y a sus grandes ojos
claros que nunca me han mirado cerca
más que en sueños, y cómo amo a mis sueños;
también amo a Diäna, y a Pilar,
y a Barbolilla –que la sigo amando–,
y a Mercedes, y a Jose, y a Jose
(son distintos, son dos) y a Víctor, Tibi,
Paula, Lola, Everardo… (¿quién será?,
con la pasión se me cuelan extraños)
y a las dos martas… No amo pero nada a:
mis compañeros de departamento,
al antipático del mostrador,
el calor excesivo, la tristeza,
la suciedad de los rincones altos,
la comida mal hecha, las arañas…
y sobre todo no amo al desamor,
me destroza el olvido, la tristeza,
no sé qué hacer con la melancolía,
a diario lucho con las melodías
de las canciones que aprendí mientras que,
“mientras que” solo puede completarse
con travesías y recuerdos viejos
que ni se sabe dónde estarán ahora…
Vaya. He perdido el hilo de los versos.
El caso es que barrunto que podría
seguir durante muchísimo tiempo
amando y desamando con pasión,
con ternura, en silencio, sin que digan
los versos esas cosas reprochables;
pero, ¿no son los versos las palabras
con que enlazamos nuestros pensamientos
para reproducir lejos y fuera
lo que atraviesa nuestro corazón?
(Y entiéndase por tal el escondrijo
interior y profundo e incomprensible
donde se cuece nuestra pobre vida).

Amo y desamo y hago versos y amo.
Y mira que lo digo otra vez y
que no me canso de decirlo y que
no diré nada si no digo lo que amo.




viernes, 25 de septiembre de 2015

Grafitis y caligrafía


Félix Rodríguez Fernández
He salido de la exposición de caligrafía de la BNE curioseando leyendas de la pared, la ropa, los carteles anunciadores.... Es una primera recuperación: fijarnos en cosas que habían llegado a ser tan naturales y corrientes que no reparábamos en sus características. Intuíamos estéticas funcionales, vagamente a partir de las letrerías del WORD, esa sensación tuve cuando incorporé por ejemplo la letra de Ibarra, lo que equivale a hacer pinitos con conocimientos históricos también superficiales, que en realidad nos remiten a calígrafos como Pedro Morante y otras extravagancias. El periodo barroco está lleno de manuscritos desconocidos con esos tesoros; algunos publicamos hace años en la Nueva Revista de Erudición y Crítica, sería buen momento para recuperarlos, pues he visto que también faltan en la exposición, que es enjuta y seria; no han cabido muchas cosas.
París
El caso es que al salir del Museo me paré brevemente a hablar con Gema, la directora, quien a su vez saludó a un joven que cruzaba y que llevaba leyendas muy llamativas, sobre todo a la espalda de la prenda vaquera. Al señalar yo a la directora que echaba de menos en la exposición los "grafiti" y los cuatro volúmenes de la Biblioteca de Autógrafos Españoles (Madrid, Calambur), me miró sorprendida; pero "¿no has visto el que ha hecho Félix?", y señaló a nuestro acompañante. Ambos me explicaron que ayer, día de la inauguración –de las que suelo huir, para no encontrarme con gentío social, entre los que incluyo a la misma Directora de la  Biblioteca Nacional, cuya ignorancia en bibliotecas y alrededores es digna de todo encomio–, el día de la inauguración, decía, Félix Rodríguez, que así se llamaba nuestro interlocutor, había realizado un grafiti delante del público, que también luego quedó expuesto. No lo había visto porque, por su tamaño, creo, estaba a contramano, y sin cartela indicadora. 

París
Naturalmente que volví a la exposición, encontré el grafiti, de grandes letras con leyendas superpuestas, y subí, satisfecho, a tiempo de volver a encontrar a Félix Rodríguez Fernández, Mr. Z., con el que departí un rato y nos intercambiamos correos y palabras simpáticas. 
He seguido luego, a través de varias páginas y noticias su historia y actividad, bien interesante, y me cumple ahora mostrar los enlaces que llevan de lo uno a lo otro, para que el lector se enfrente directamente a lo que hace –en sentido caligráfico y artístico, y en sentido vital. 



La filosofía del grafiti es genéticamente contracultural: se cubrían espacios públicos, por lo general subrepticiamente, como modo de crítica o desprecio hacia la cultura burguesa o de las clases privilegiadas, por un lado, y hacia sus productos estereotipados, remilgados, mercantilizados.... vagones de metro, paredes de mármol, superficies de edificios, etc.; aunque también se ocupaban los vanos que la cultura urbana dejaba vacíos, cerraba o exponía. De la mancha, el grafiti puede pasar al mensaje, al texto, y al dibujo; y ambas cosas pueden coincidir de modo muy diverso generando todo un arte actualísimo que, si se sigue la historia, por ejemplo, de Félix Rodríguez, producen historias de muchos prismas. Animo a visitar su web (www.mrzethecreator.com) para conocer soportes, efectos, resultados, que van desde los mensajes sobre la piel de una dama hasta la exposición en un "shop" de productos que se venden, y no son baratos.
A mí me sigue gustando más el mural que improvisó al tiempo que se inauguraba la exposición de la BNE, en Madrid.

Qingdao
La entrada va adornada con grafitis "in fieri" de París –de este mismo año, por cierto–, en Buenos Aires (en donde son majestuosos) y, cómo no, de derivados chinos, creo que el paraíso de los calígrafos; va la más famosa fábrica de cervezas, en Qingdao (Tsingtao); y uno de los centenares de edificios modernos, con letrería china y móvil luminosa, es decir, un alarde técnico.
Qingdao
Pero hablar de esa caligrafía lejana y esencial es harina de otro costal, pues no solo es consustancial en una de las funciones del lenguaje, sino que, al mezclarse con la letrería latina, duplica sus posibilidades combinatorias hasta extremos inimaginables, como muestra ese sencillo cartel annciador del parque de Zhongsan (en Qingdao).  



Baste con la imagen del profesor Zonghui Xu en el Instituto Confucio de Madrid, al término de una de sus clases de caligrafía (más arriba).


Buenos Aires




jueves, 24 de septiembre de 2015

Carl André


Entre el Reina Sofía (edificio Sabatini) y el Palacio de Velázquez (en el Retiro), de Madrid, se reparte la exposición de Carl Andre (1935), el artista norteamericano que, lanzado por los movimientos de vanguardia, ha invadido muchos de los campos expresivos del arte tradicional, para intentar despojarlos de hojarasca y dejarlos reducidos a un objetivismo tan simple como feroz: ladrillos, metales, vigas de madera, objetos "tirados" por el suelo, mosaicos, etc. Curiosamente la reducción se opera, como se ve, sobre los materiales, pero enriquece como contrapartida la disposición y, en el caso de esta exposición, recibe una desproporcionada carga semántica del lugar, por ejemplo del blanco, amplio, hermoso y vacío Palacio de Velázquez, en donde el metal, la madera, el barro y el mosaico recuperan algo más que las intenciones minimalistas de este artista y, a lo mejor muy a su pesar, hasta producen la emoción de la belleza. Desde luego que de la belleza en su sentido tradicional.


El final de una de las ventoleras artísticas de Carl André puede ser una escombrera; y el final de su quehacer literario (ha escrito centenares de poemas) un diccionario con las palabras descolocadas. Ahora bien, la mayoría de lo que se expone tiene su tempo, es decir, se ha dispuesto en razón de elementos básicos de la disposición: horizontalidad, distancia, verticalidad, principios geométricos, etc. entre los cuales vale también, como demuestra una de sus creaciones, el azar, que puede dejar que los objetos se dispongan de cualquier manera, como si hubieran sido arrojados.

 



Parece que al autor le traiciona un escondido principio de la armonía, lo mismo que a los defensores del verso libre, que quizá sin percibirlo, engrosan otros procedimientos rítmicos no tan evidentes como los del verso tradicional (por ejemplo, los elementos anafóricos). Se desnuda aquí al arte tradicional para encontrar los elementos "mínimos" con los que parece haberse elaborado; pero se disponen de manera tan medida, y en un marco tan especial, que no parece sino que contradicen la reducción anterior.


Y uno sale luego, frente al lago del palacio de cristal, donde beben los cipreses de los pantanos y se vuelve a mirar la hermosa fachada del Palacio de Velázquez, que ha regalado al artista norteamericano la belleza de sus proporciones clásicas. Como cuando el poeta de vanguardia recoge sus versos rotos, los imprime en papel exquisito y busca una encuadernación clásica que los convierta en libro regalado.