la mansa lentitud de
las gaviotas;
atardecer de agosto
en la bahía
que va dejando el
arenal en sombra.
Villarrube a lo lejos,
todavía,
la luz recoge y las
montañas dora,
las grises nubes que
se lleva el viento
las copas de los
árboles coronan.
Es tiempo de verano
el que se marcha
y el paisaje
sutilmente transforma;
nadie podrá fijar las
estaciones,
ni los juegos de niños, ni las olas.
Las nubes van donde
las lleva el viento.
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