Si suena el adagieto de la quinta
no creo que lo pueda soportar
con esta luz que viene desde lejos
y el clavel asomado a la ventana
menos mal que los otros movimientos
son un raro barullo de estridencias
y permiten alivio y distracción
sin que la insoportable bocanada
de la melancolía nos distraiga
del nuevo amanecer que el viento sube
serenamente desde el horizonte
y deja caer la luz sobre Santalla.
El adagio prefiero en
do mayor
de mozart que acepta todo lo que la vida nos ofrece.
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