En fin, en los anaqueles, nuevamente una colección poética en muchos volúmenes de Juan Ramón Jiménez (Visor), autor que junto a Vicens Vives, más ha seguido publicando incansablemente sus obras después de fallecido.
El ataque sentimental que se manifiesta en efluvios emocionales a deshora, y que también me acomete cuando me cruzo con algunos colegas del departamento –como Eduardo Becerra– es un interludio en el camino hacia la muestra de mi primera ruina ayer, en la que satisfice el vicio de comprarme novedades. Muchas, muchas, muchas.... Lo que obtuve, primero, para acallar la conciencia profesional –soy especialista (?) en literatura del Siglo de Oro español– son las extensas, aburridas y prolijas memorias de un noble durante dos años de mediados del siglo XVII; en su momento hube de manejarlas, porque a solo una docena de años de la muerte de Quevedo –tema que me interesaba– ya nadie se acordaba de él. Luego, otras dos de tema americano, de la nueva colección de la RAE; una antología de Lezama Lima en Renacimiento; otra antología del más musical de nuestros grandes poetas, Gerardo Diego; y la obra completa de Gelman, que había visto en dos volúmenes en Buenos Aires –y más cara–, compendio estremecedor de casi mil quinientas páginas; la última obra –libro de extremada condensación y belleza– de Corredor-Matheos, etc. Luego, compré cosas menudas para las consultas del médico, el metro, el rato del telediario en el que habla Pons, etc. Rico, rico y cargado he vuelto a casa y he desperdigado los libros por la casa, para que me enamoren y vaya a leerlos.
Cargado con libros, aun tuve la fortuna de encontrarme con ese hermosísimo volumen IV de la Iliada, edición de Jesús de la Villa y Luis Macia, que sin embargo es el que ahora estoy leyendo sistemáticamente –cada vez leo menos de cabo a rabo– con fruicción.
Y en "fruicción" me hace notar un comentarista anónimo como dios manda que habré usado la licencia juanramoniana para alargarme en esa doble -cc-, como signo de glotonería quizá. No voy a hacer de la necesidad virtud, y en el comentario queda, pero ¿a que fruicción debería llevar doble cc, a que sí?
Y en "fruicción" me hace notar un comentarista anónimo como dios manda que habré usado la licencia juanramoniana para alargarme en esa doble -cc-, como signo de glotonería quizá. No voy a hacer de la necesidad virtud, y en el comentario queda, pero ¿a que fruicción debería llevar doble cc, a que sí?
¿fruicción? Imagino que es un capricho ortográfico a lo Juan Ramón, pero sin ser Juan Ramón.
ResponderEliminarEs una falta de ortografía –anónimo– por ultracorrección del autor del escrito que, por cierto, tiene recogidas unas cuantas de las que comete para adecentar con ellas una entradilla.
EliminarGracias por señalármela, no la tenía controlada.