La primera vez que Valle Inclán publica algo extenso en
verso es en 1903, Cuento de abril,
cuyo “preludio” son once redondillas eneasilábicas, pero que da lugar,
inmediatamente, en la escena primera, a una composición libre, de ritmo basado
en la rima aguda, aunque parezca contraproducente el aserto. Merece la pena
señalarlo por lo temprano del experimento –he hablado del verso libre en otros
lugares–. Tarda en regularse la serie y en tanto que lo hace el poeta deja
algún alejandrino. Helos aquí, con el ritmo que parece más adecuado:
para ti, mi galán, es /
ta mano la cortó
guía por los cami /
nos, es piedra de moros
dejáis a la Princesa /
vuestra señora y mía
Este último verso, que dice el trovador, introduce una serie
uniforme de cuartetos alejandrinos aconsonantados, en donde se dan las muestras
de todos los tipos. Vuelve a recobrar la irregularidad hasta el final; pero en
las pocas ocasiones en las que se acoge a metro regular lo hace al alejandrino,
así en el final, en el que enhebra un nuevo cuarteto aconsonantado y cierra con
una seguidilla:
Sobre el broche
entreabierto / de tu boca risueña 3.6
+ 3.6
vi pasar las abejas /
en un vuelo sonoro 3.6
+ 3.6
y en el divino enigma
/ de la rosa abrileña, 4.6
+ 3.6
libar todas las
mieles/ para el panal de oro. 2.3.6 + 4.6
¡Quise, como la abeja,
libar la miel,
y solo de tu queja
gusté la hiel!
Que esa era la voluntad expresiva de Valle lo demuestra
claramente con el comienzo de la escena segunda, que es una silva de versos
impares, hasta que logra nuevamente el remanso del alejandrino, que se
convierte, por tanto, en el molde del verso regular que estabiliza el drama.
Jalonando alejandrinos y silvas discurre este segundo acto.La silva rara vez
alcanza el verso de 14:
y arrastra por la
arena / el bandullo sangriento 2.6 +
3.6
y rara vez presenta la dificultad de alejandrinos con acento
en quinta:
hay una cosa que es
como manzana sanjuanera
También se abre la escena tercera con una forma métrica basada
en rimas sin proporción silábica, haste el encuentro con la serie de
alejandrinos:
yo lavé sus heridas /
con aromado olio
Confirma Valle, por tanto, métricamente, tres cosas que ya
sabemos: la preferencia por el eneasílabo frente el octosílabo; los tempranos ensayos
del llamado versolibrismo; la reverencia hacia el alejandrino como metro de
prestigio, que él usa, desde su comienzos, en todas sus variedades.
En otra entrada veremos lo que hace con La marquesa Rosalinda, su siguiente obra extensa en verso.
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