Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 30 de septiembre de 2013

Mañana en el Rastro y paseo por la Glorieta de Embajadores


Cambia mucho el Rastro –el viejo matadero–,  sobre todo desde que ha pasado a ser tanto atracción turística y depósito de la producción industrial masiva. ¿Cuántos millones de pequeños alicates produjo qué fábrica de qué país, para que se vendan a un euro en miles de puestos? ¿Qué industria es la encargada de producir miles de bragas de enormes proporciones, que se exhiben en las ferias de todos los pueblos, en las furgonetas de los buhoneros y en puestos y puestos del Rastro? Es decir: calculo que más de la mitad de los puestos y casetas se destinan a producción industrial masiva de calidad dudosa, probablemente, como me dicen mis contactos chinos, a los armarios de Cantón que los comerciantes africanos distribuyen por todo el mundo. 
La Tabacalera, en la Glorieta de Embajadores
Del aburrimiento que provocan tales mercancías se sale descubriendo aquí y allá algún artesano, las tiendas de almonedas y chamarileros, las ventas especializadas, todavía, de pertrechos militares, chimeneas, artículos de camping y asimilados y, muy de vez en cuando, alguna escasa antigüedad. 

La vieja escuela de Santa María (de la UAM) en la Ronda de Toledo

En las almonedas quedan libros, nada comparado con la época en la que llegaban los carros o camionetas antes de que amaneciera y descargaban en medio de la avidez de los buscadores de gangas. Lo último que recuerdo haber adquirido es una inmensa zamarra de pana, en la tienda de un magrebí, por unos diez euros. 

Patio de tiendas de antigüedades
En este último paseo he visto que se fabrica también el mismo tipo de ropa –pañuelos, vestidos, cinturones....– para muchas tiendas, y que la producción informática ha entrado con fuerza, pero no en el nivel técnico, claro, sino en el eléctrico (enchufes, cables, adaptadores, fundas de marcas, etc.) Los precios son, por lo general, conformes, bajos, aunque muchos productos se encuentran al mismo precio en los "chinos", en mercerías y ferreterías y hasta en tiendas de ropa; pero bueno, aquí se ofrecen, además, como espectáculo, que se puede aderezar con alguna tapa gigantesca del extremeño y las curiosidades de siempre.

Eucalipto en el recinto del IES Cervantes, en la Glorieta de Embajadores
Curiosidad de siempre fue la de hacer almoneda de las pertenencias propias, extender una manta o un trapo en la calle "Mira el Río" o en cualquiera otra, y exponer las baratijas: una muñeca rota, la plancha vieja, dos lápices, una chaqueta usada, un vaso, dos linternas, un camisón.... Curiosamente son los puestos que más atención reciben del público, y los que venden. No sé si será por lo de la crisis, porque siempre existieron estos puestos, como los dos de plantas y flores –algo caros para ser del Rastro– y los especializados en colecciones. La plazuela de las colecciones, dando a la Ronda de Toledo, se mueve con decenas de niñ@s que cambian cromos, en tanto otros menos niños completan colecciones de tebeos (ahora se llaman "comics"), novelas, insignias, discos de vinilo y otras series. Es parte del viejo Rastro, del que desaparecieron los animales y en donde pocos pintores quedan.

Camino de Embajadores, me paro a tomar algo en el quiosco que se ha abierto –nunca mejor dicho: se ha abierto la verja– en la vieja escuela de Santa María, que pertenecía a la Universidad Autónoma: está bien, un remanso en medio del fragor humano. Al lado, el Instituto Cervantes, que ya forma esquina con la glorieta de Embajadores.

El paseante que esto escribe se emociona un poquillo, pues ahí estudió el bachillerato, cuando se abrió esta nueva sede (antes estaba donde ahora el Instituto Alemán, calle Zurbarán): los viejos eucaliptos permanecen, pero han aumentado sobremanera las rejas, los cierres metálicos y los controles. Parece un palacio en medio de la aridez de la glorieta, que siempre resultó feota, con mucho de barrio mal trazado, a pesar del viejo edificio de la Tabacalera y de que se ha renovado la antigua casa de baños.









2 comentarios:

  1. Un culo de proporciones morbosas habitará las bragas que mencionas, Pablo, :)
    Bicos.

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  2. Hace mucho que no voy al Rastro, por motivos que no vienen al caso prefiero esas calles cualquier día que no sea domingo, pero me ha gustado mucho tu crónica Pablo, por lo que veo es como todo, refleja los cambios que vivimos.
    Y me gustan mucho los alrededores de Embajadores, la Fábrica de Tabacos, el Casino de la reina y su quiosco… me falta conocer el jardín de tu instituto, que al parecer tiene un jardín muy bonito ¿con los viejos eucaliptos?. Un día lo intentaré.

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