Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cine chino


La inauguración de la semana de cine chino en la filmoteca tuvo lugar ayer martes por la tarde-noche, con una curiosa mezcla de público –oficial: embajadas, autoridades, etc.– en este precioso santuario del buen cine que es el Doré, milagrosamente vivo en medio del hundimiento de todo el país. Todos los días rezo para que Gallardón, Botella y Wert no se enteren de que existe.

Fiesta del Nueño Año chino en Madrid
La película elegida para abrir la muestra fue Gang de qin / The Piano  in Factory (2010), de Zhang Meng; Int.: Wang Qian Lu, Zhang Shen Ying. Entre lo asistentes, su director, que se prestó a coloquio al terminar la proyección, con la sala llena.
Con espléndida fotografía, en la que dominaba el dorado del crepúsculo –de una época y de cada día–, un peculiar movimiento de la cámara en busca de paisaje semiurbanos sórdidos y la riquísima banda sonora, en la que habría que destacar, por su utilización siempre algo irónica, el número con el pasodoble España cañí, la película cuenta, hacia los años noventa del siglo que se fue, las transformaciones en alguna ciudad industrial del norte, en donde se cierran fábricas –metalúrgicas, en este caso– y se van a la desorientación obreros y familias, en este caso –pues la película se centra en un protagonista y su círculo– a crear un conjunto musical que sobrevive en un ambiente sumamente sórdido por escenas y paisajes, extraordinariamente positivo por la conducta humana. En ese quicio se sitúa la mirada y la música del film, que no concede mucho al triunfalismo, aunque en el diálogo posterior se da por supuesto que es la época superada, etc.  

Una de las primeras escenas 
De hecho, no se alcanza el final feliz, pues el padre protagonista de la historia, en trance de divorcio y con una hija pequeña, intenta hacerse con un piano para que su pequeña no prefiera irse a vivir con la madre. Los compañeros acuden en su ayuda y durante un tiempo la película es una cooperativa de antiguos obreros que se afanan en construir artesanalmente, con acero –son metalúrgicos– y no con madera; pero finalmente la niña se va con su madre. La película, como las historias humanas bien contadas –y  bien vividas– apunta a todos los frentes, sin definir rotundamente ninguno: humor, melancolía, tristeza, solidaridad, su pequeña dosis de amor, etc. El espectador termina de verla sintiendo que nadie ha pretendido engañarle con recreaciones artísticas falsas.


Varias preguntas se me ocurrían al final, que se adivinaba algo ceremonial y prefabricado fuera de la sala. Creo que no ha ido esta película a circuito comercial, lo que es una pena, desde luego, con la cantidad de basura que inunda el mercado. Las cifras que se daban en presentaciones y comentarios eran abrumadoras: creo que se habló de 850 películas al año, por ejemplo. Todo aquello resultaba tan interesante que uno no puede por menos de lamentarse que no se hayan inventado todavía maneras de estar más cerca de China.






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