Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 21 de diciembre de 2012

Callejear (1)

Cádiz
Granada







Granada
Callejear es un verbo muy español, ligeramente distinto –alguna vez lo he comentado– al flâner francés. Consiste en llegar, vivir, estar, etc. en una ciudad cualquiera, mejor si es grande o no muy pequeña, poner en la mochila un libro, un boli, un mapa –por si te pierdes demasiado– y el dni y echarte a la calle, a pasar lo que las piernas y los ojos aguanten. Es un peregrinaje grato, quizá mucho más grato que el deambular turístico guardando cola en los museos y las iglesias, pagando por todos lados, en rebaño de turistas que van cometiendo su viaje. No digo que el peregrino no aproveche las ocasiones de deslizarse en una iglesia –es la hora de la misa–, entrar como despistado en un patio, pedirle a la guardesa que le enseñe aquellas plantas tan hermosas que asoman al balcón del palacio.... Con este modo de hacer, además, se habla con la guardesa, el portero, el ujier, la vendedora de fruta, el sacristán, el etc, lo que suele ser mucho más ilustrador que volver a ver un ángel de Rubens –me repelen– o una putilla de los impresionistas, que es el mismo ángel Rubens que se ha hecho mayor. 
Cádiz
Con ese deambular se acaba por ir a los lugares que casi nunca frecuentan los viajeros y que suelen ser los más vivos de la ciudad: los mercados (¡mercado central de Valencia!), las plazas (¡plaza Mayor de Palencia!), las tiendas (¡pescaderías de Nápoles!), las ferias (¡ferias de Londres junto al Támesis!), los puertos (¡puerto de Santander!), las orillas de los ríos (¡paseos de Boston!), los parques y jardines (¡el viejo botánico de Lisboa!), los tranvías (¡ de Valencia, París, Amsterdam Lisboa....!), y los metros (¡de Rennes, Toulouse, Nueva York....!) Y siempre siempre siempre: las gentes, su modo de vestir, ser, hablar. Lo que mejor ejemplifica el carácter del lugar. Dos o tres post más irán mostrando ese callejeo. Tentado estuve de reproducir los lugares sin decir el sitio; pero al fin me decidí a ponerlo, porque la calle estrecha, el juego de ventanas, la plaza, la tienda.... no siempre reproducen la imagen típica de la ciudad.


La Coruña

Colonia
Boston (EEUU)
Palencia
Palencia
Lisboa
Barcelona
Colonia
Santander
Nápoles 
Londres


6 comentarios:

  1. Gracias por el callejeo, Pablo. Cadiz, allí viví años de feliz descuido, los de La Coruña tampoco estuvieron mal… Luego está Boston!
    Has estado en Chicago? Las fotos serían panorámicas.

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  2. Estábamos esperando a Paula y el tranvía...
    ¡Feliz Navidad, Pablo!

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  3. Para usted, para sus ciudades, para sus bellas páginas y sus felices días por llegar ...
    No deseo del amor sino el comienzo
    No deseo del amor sino el comienzo. Sobre las plazas
    de mi Granada las palomas remiendan el vestido de este día.
    En las jarras hay vino abundante para la fiesta que nos sucederá,
    en las canciones hay ventanas suficientes para que eclosionen las flores de granado.
    Dejo el jazmín en su maceta y mi pequeño corazón
    en la alacena de mi madre. Dejo mi sueño riendo en el agua
    y al alba en la miel de los higos. Dejo mi hoy y mi ayer
    en el pasaje hacia la plaza de la naranja donde vuelan las palomas.
    ¿Soy yo ése que ha descendido a tus pies para que asciendan las palabras
    cual luna blanca en la leche de tus noches? Golpea al aire
    para que yo vea, azul, la calle de mi flauta. Golpea a la tarde
    para que yo vea como entre tú y yo languidece este mármol.
    Las ventanas están vacías de los jardines de tu chal. En otro
    tiempo sabía mucho de ti y recogía la gardenia
    de tus diez dedos. En otro tiempo poseía perlas
    en torno a tu cuello y un nombre grabado en un anillo del que surgía la noche.
    No deseo del amor sino el comienzo
    No deseo del amor sino el comienzo. Las palomas han volado
    sobre el techo del último cielo. Han volado y volado.
    Quedará después de nosotros abundante vino en las jarras
    y un poco de tierra es suficiente para que nos encontremos y la paz arraigue. M.D.

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  4. Yo quiero ser como el paseante de estas calles: sacarme la timidez y meterme en los patios para ver los secretos cotidianos.

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  5. Julia, seguro que con ese acento tan bonito que tenéis los argentinos tienes la mitad de la tarea hecha.
    Marta, esa es la calle de las postales de siempre, ¿verdad?, en LIsboa.
    ¡Que hermoso el poema, anónimo! Volveré a releerlo.
    No conozco Chicago, Estrella.... Cada vez me doy cuenta de que ignoro casi todo. De los países que más me atraen últimamente, por razones de querencias humanas de razón remota, no conozco ninguno: China, Japón Corea, Filipinas.... Habría que vivir cien veces más.

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  6. El callejeo de Palencia muestra algunos rincones de mi lugar de infancia (hasta los trece años), concesión sentimental inevitable: obviamente las fotos son de hace poco –un par de años quizá–; cuando tenga tiempo las pondré en facebook. En una de ellas se ve la ermita de la Soledad, en donde se guarda esa imagen, que sale en procesión los Viernes Santos, y la calle que emboca a la izquierda (según se mira) era la que yo recorría a diario, varias, veces, para ir desde mi casa a San Francisco, la iglesia de los jesuitas, cuyo convictorio está todavía en esa calle.

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