Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 8 de diciembre de 2012

Madrid histórico, segundo paseo por la calle del Pez y aledaños


Nos habíamos quedado en la iglesia de San Antonio de los Alemanes, tosca y sencilla por fuera, a pesar de la fachada de Gómez de Mora (1624), pero deslumbrante en cuanto se accede a ella: no hay ni un solo trocito de pared, techo, pilastra que no esté aprovechado para pintar (Francisco Ricci, Carreño de Miranda, Lucas Jordan...) o decorar. Fundación de Felipe III en 1606, se fue de los "portugueses" a los "alemanes" a finales del s. XVII, por causas políticas, claro; y sufrió restauraciones en 1690, 1886, 1974 y 1980. Mantiene un colegio vivo, también, en lo que era la Real Hermandad del Refugio (institución que data de 1585). El barroco que se amanera. Los medallones de los altares-capillitas que lo circulan son retratos de la realeza.

Pez, 36
Pez, 36
Barrio de iglesias, aun vivas las más: Mercedarias de Alarcón (fundación de 1609, edificación terminada en 1656, existe abundante documentación en el AHPM), benedictinas de San Plácido, la vieja parroquia de Maravillas (hoy San Justo y Pastor, al lado de la Plaza del Dos de Mayo), San Ildefonso en una de las plazas más entrañables de Madrid, San Martín (la nueva).... Solo la Iglesia de la Buena Dicha (1916-17), en la C/ Silva 25, es más joven y va a cumplir en breve un siglo, aunque contenga objetos artísticos anteriores del s. XVII.

Calle del Pez, a la izquierda el Palentino
El historiador ha ido recorriendo luego lugares cercanos con recuerdos literarios, fetichismo que es muy productivo en estos andurriales, en donde los recuerdos históricos son muy abundantes desde finales del siglo XVI hasta hoy; o como ya dije, desde los primeros conventos y palacios hasta llegar a la academia de García Calvo en la calle Desengaño, la misma calle en la que se atentó contra Narváez (1843) y en uno de cuyos antiguos locales se estrenó el Don Juan Tenorio de Zorrilla, pasando por las innumerables anécdotas de la calle de los Libreros, sucesos del levantamiento de Madrid contra Napoleón, que dieron nombre al barrio (por Clara Malasaña, una heroína) y a la plaza del Dos de Mayo; periódicos y revistas que allí tuvieron redacción  (como El Correo Español).... Es evidente que sus años de apogeo son los centrales del s. XIX. 
Precisamente de esa época son algunas de las fachadas con lápida y recuerdo: dos tiene Rosalía de Castro –en la calle de la Ballesta, habrá que dirimir cuál es la cierta– y una José Martí, en la calle Desengaño, 10. También se recuerda en otro lugar cercano (la C/Puebla, 11) a Ramón Gómez de la Serna –en casa más noble. Y en la calle Concepción Arenal, 9, a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Se podrían añadir al menos las actuales que ye he dejado citadas en otros lugares: Amenábar, Segura, García Calvo, Siniestro Total, los Ocupas del 21.... Y se hubieran podido añadir otras anteriores, entre las cuales se puede ver ahora la de Bocherini (en la calle de la Madera; el músico de Lucca tiene otra lápida en la calle Mesón de Paredes);  L. F. de Moratín vivió su adolescencia en la C/de la Puebla esquina a la del Barco, donde también vivía la damita que le inspiró El sí de las niñas.

Al lado de la anterior, también de Rosalía
De Rosalía de Castro
           
En realidad la prosperidad de la zona es desde mediados del siglo XVIII, con su ápice en la segunda mitad del s. XIX y ramalazos que llegan hasta la guerra civil. De hecho si consultamos el manuscrito Las casas de Madrid..., de mediados del siglo XVII (en la BNE, del que existe una excelente transcripción de Roberto Castilla, habría que conseguir que se lo editasen), el barrio se encuentra ocupado por gente menor –eran afueras, prácticamente; la calle del Pez era una vaguada, apreciable todavía en lo empinado de algunos ramales, como la calle del Escorial, colina, como la calle de la Madera– con abundancia de albañiles, artesanos, mercaderes de poca monta, funcionarios de tercer o cuarto rango: acemileros, boticarios, alojeros, sastres, guardias, pasamaneros, labradores, escribanos, alguaciles, panaderos, aguadores, alarifes, barberos, tablajeros, cordoneros, catarriberas, confiteros, tapiadores.... y un llamativo montón de viudas (¿resultado de las guerras?). Detecto algunas personas conocidas, como la de los herederos del impresor Diego Flamenco en la C/ de la Luna; la de los herederos de Pedro Mexía en la C/ de la Magdalena (la antigua calle de la Magdalena bajaba hasta este barrio; fue una de las cortadas por la Gran Vía). Se habla de "Un Hospital de San Martín" entre la c/ Silva y la del Pozo –no está muy claro, quizá tambien con vuelta a la C/Silva– y de un mesón  –habría más– "de don Gabriel de Alarcón, secretario de su majestad, que fue de don Francisco de Garnica". En el viejo trazado se diferencia asimismo cuatro casas del Marqués de Leganés (que se localizan en la C/de la Flor), que tiene otras en calles cercanas.

En fin, el temprano callejero localiza por allí "una casa de frailes bernardos" y el convento de San Bernardo, además del Noviciado de los jesuitas. No hay mucha distinción con las casas concretas de la calle del Pez, en donde hay un bodegonero, vive el cura de Colmenar en una de las casas más ricas –esquina a la que llaman de las Pozas–, una criada de Lope de Vega que se llama Lorenza Sánchez (en casa humilde, de seis ducados; la del cura era de 40), un despensero y un repostero de los fúcares, entre otras muchas curiosidades. Y añade el manuscrito: "En la Traviesa de la Madera, que es lo alto a mano izquierda desde la calle del Pez, la novena casa es "Una casa de doña Margarita de Quevedo, que fue de Gabriel Ruiz y de Miguel de Santa Ana, que la compuso. Tasada en 6 ducados": es discreta, si no humilde, a pesar de que Margarita de Quevedo tenía buenas rentas. Allí hubo de parar a veces Quevedo, el escritor. Véase ahora sobre esa casa, quizá el nº 28 (habría que casar los planos de la planimetría con los del ms. que cito, el de mediados del s. XVII):
 http://artedemadrid.wordpress.com/2012/11/26/quevedo-y-la-calle-de-la-madera/

De José Martí
De Gómez de la Serna


Imposible dar cuenta en tan breve viñeta del esplendor que iba a alcanzar más tarde, al transformarse, primero por la desamortización y expropiación de los bienes de los jesuitas (el viejo "Noviciado", que ha dejado el nombre a la estación de metro) y enseguida por construcciones de varias residencias nobiliarias en la zona, particularmente la de la casa de Altamira, de 1772, –arruinada y desmantelada hacia 1868, queda una reconstrucción en la calle Flor Alta: parte de su legado se encuentra hoy en el palacio Zabálburu–; finalmente, la zona quedó muy afectada por la apertura de la Gran Vía, que cortó muchas de sus arterias y relegó la calle del Pez a callejuela de barrio sin competencia posible con la flamante Gran Vía. Toda esa historia se puede perseguir minuciosamente consultando periódicos y revistas de la época (a través de la Biblioteca Digital Hispánica), de modo más erudito a través de la prolija documentación del AHPM y de modo literario recorriendo los clásicos, los que pasan por los relatos de Moratín, Ponz, Mesonero Romanos, viajantes del XIX, madrileñistas de entre siglos –incluyendo Azorín, atravesando letras de zarzuelas, para terminar en Laín Entralgo y en la "movida" y sus secuelas, que han dejado un reguero actual bastante digno: todo el barrio se ha llenado de lugares agradables –cafeterías, pequeños restaurantes, bares de tapeo, boutiques elegantes de minoristas, artesanos....– que compensan el deterioro sufrido durante la segunda mitad del siglo que se fue, a manos de especuladores e inmobiliarias.

Pez, 12
Mi consejo sería pasear sencillamente la calle, deteniéndose en cada fachada, intentando ver los vanos y escaleras, a ser posible también los patios, y hacer las estaciones de los lugares históricos, entrar en las iglesias aprovechando el culto o las visitas guiadas (las monjitas de Alarcón, por ejemplo, enseñan iglesia y parte del conjunto los miércoles por la mañana, a las 11). El Palacio de la Infanta Carlota  (1775-1850; Cruz Verde, 2 con vuelta a la calle Luna, 32, y fachada a la de Andrés Borrego); el del Conde Talara y Torralba (1785, en Luna 15); el Palacio del Duque de Baena (1860; en Pozas, 36-38); el Palacio del Marqués de Escalona y Bornos (1860, muy restaurado; en la esquina de la C/del Pez, 12, con la de Madera); el Palacio del Conde de Cheste (en la esquina con Pizarro); etc.

Patio de Pez, 12
Y después del recorrido, si se está muy cansado y dependiendo de la hora, entrar a tomar algo en El Palentino, o sentarse en ese rincón que es la plazoleta de Carlos Cambronero; si no lo estuviera tanto, se puede alargar a la plaza de San Ildefonso y tomar una tortilla de patata en La Ardosa (C/ Colón), la taberna de más solera en la zona; aunque también se puede seguir la moda de los más jóvenes durante los últimos meses: comprar una porción de pizza en la pequeña pizzeria de la plaza y tomarla sentado en el suelo, compartiendo aire libre con los amigos.

Plaza de Carlos Cambronero, que se abre al paso de la calle del Pez
El tercer post sobre la calle del Pez recogerá tan solo el Palacio llamado Bauer.





2 comentarios:

  1. Mucha historia y mucho arte en estas calles, que condensas de forma admirable, he leído el post casi sin respirar. Bueno, en general da gusto leerte, ya te lo dije en alguna ocasión.
    Qué curioso lo de Rosalía de Castro, por lo que parece en tus fotos una placa es del Ayuntamiento, y la otra no, seguro que descubres cual es la buena y nos lo cuentas.
    Respecto a la Casa de Quevedo, para decir que se trata del nº 28 actual me he basado en la forma del solar y los datos que da la planimetría, pero esperaré con interés si casas ese plano del ms. (siglo XVII) con el de la planimetría y así aclarar definitivamente dónde estaba la casa.
    Por cierto, ojalá publicaran esa transcripción del manuscrito.
    Gracias y besos

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  2. Mercedes, me temo que en alguna ocasión he pensado que eras una excelente exalumna mía –que obviamente se llama Mercedes–, quevedista además; y ahora también pensaba que era ella, hasta que me he dado cuenta, al decirme lo de la planimetría, que eres la estupenda historiadora de Madrid, a la que doy cobertura también en mi blog. En algún otro comentario, por tanto, habré andado despistado e inconsecuente. Obviamente, leo tus post con muchísimo interés y provecho.
    ¡Muchas gracias!

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