El pasillo
termina en una puerta
siempre cerrada
–la que da a la calle–,
sin ventanas,
hay que encender
la luz, aunque
no sea todavía
de noche y se
adivine claridad
en casi todas
las habitaciones;
recorro a
diario este pasillo oscuro
y me sé de
memoria sus rincones:
dónde encontrar
las llaves de la luz,
los pasos que
hay que dar, cómo esquivar
el espejo, los
muebles y la lámpara
para encontrar
a tientas la salida;
podría
recorrerlo sin mirar
y abrir la puerta sin ningún esfuerzo.
y abrir la puerta sin ningún esfuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario