Fonseca |
Casa de las Conchas |
Por la mañana recibía clases en el Palacio Anaya –Senabre, Cortés, Real de la Riva, Lázaro Carreter...; y allí me volvía a cruzar con don Miguel, más tenaz y pétreo que nunca, el de Victorio Macho y la cruz de la leyenda en el pecho.
Cuando tenía tiempo, poco, deambulaba por los patios y me iba a admirar vencejos, en verano, o estorninos, en otoño: me obligaban a mirar arriba, a la catedral o la Compañía. Extraña emoción, quizá emoción histórica.
Estorninos en clerecía |
Conversar se va convirtiendo en un remanso de los azares de la vida y de las destemplanzas del tiempo. Y la conversación pasa de ser un motivo de comunicación –lo que se dice– a valer por ella misma, un hecho fáctico.
Muchos orientales he visto –chinos, japoneses...– que recorren con su paso corto y peculiar las calles peatonales y reaparecen sonrientes en bares, bibliotecas, clases.... pero Salamanca persiste impertérrita con su serenidad de piedra y frío, acoge a todo y exige pronto bufandas, gorro y guantes. Es inútil que se haya llenado de comercios de embutidos, más caros que en cualquier otro lugar, o que hayan proliferado hamburgueserías americanas. La ciudad mantiene su corazón en forma de plaza y su laberinto de calles rosadas con un edificio histórico a cada paso. Y si uno entra.... he aquí quizá una de las ciudades que conserva la mayor y más admirable riqueza de patios y claustros históricos: las Dueñas, San Esteban, Las Conchas, Clerecía, el Patio de Escuelas, Fonseca, el Museo Municipal.... Entre los enumerados –¿cuántos más hay?– no había visto nunca algunos (como el Palacio en el que se ha montado del Museo Municipal, algo pobre de contenido, pero soberbio de espacio).
Si los patios y claustros invitaban a la meditación, Salamanca será una ciudad para meditar, a la que hay que volver de vez en cuando.
Palacio Anaya |
Museo Municipal |
Emocionante, preciosa crónica, Pablo. Dices que es una emoción extraña... creo que es emoción de lo vivido, muy humana me parece. Toda una declaración de amor a Salamanca, dan ganas de salir corriendo hacia allí.
ResponderEliminarBello texto, digno de la belleza de las fotos que lo acompañan.
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