En la libreta
de anotar los versos
no cabe el
nombre que te di, el que tienes;
sobresalto del
lápiz por la página
cuando tus
cuatro sílabas se vienen;
pensativo se
queda, absorto y triste,
roto o sin
punta el pobre ni se mueve;
y yo le empujo,
le animo y le susurro,
no hay manera
de hacerlo, que no quiere,
bien sabe que
detrás del nombre llega
la sonrisa y la
voz, que todo viene,
y con la risa
se vendrán tus ojos
y tus ojos me
traen tu cuerpo siempre.
Las cuatro sílabas con que te amé;
bien poco es y
mi lápiz no se atreve.
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