Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 15 de abril de 2013

Poeta en Nueva York y el juego de ediciones


Lo que nos está trayendo la edición de Poeta en Nueva York, de García Lorca, haría las delicias de Pierre-Marc de Biasi y los genetistas, quienes han tabulado una nueva ciencia o técnica filológica, de sentido común, que organiza los estudios en torno a la "génesis" de un texto, para lo que viene bien contar con los testimonios de los pasos que preceden a la forma definitiva del texto, se haya publicado o no. Exactamente el caso de el libro de Lorca, que significa mucho más también en otros campos, entre ellos el de cambiar el rumbo de la poesía que se estaba escribiendo; o el de desatar una tormenta rítmica que diera al traste con la vieja métrica. Todo ahí, y no todo considerado pausadamente.


El motivo de este "post" es que acaba de aparecer una nueva edición del libro, rigurosa, en Galaxia Gutenberg, a cargo de Andrew A. Anderson, quien vuelva a trazar toda la historia del libro, ajustando datos y refinando historias. Se trata de una edición de contenido singularmente textual, con la persecución de cada papel, de cada testimonio.
En razón de su calidad, aunque también de su carácter de facsímil, yo sigo asomándome a la de Mario Hernández, que es más difícil de obtener y muy cara, desde luego. Esa edición, que se complemente con otra del mismo Mario Hernández, nos va a servir –como curiosidad– para un careo textual, quizá en nuevo post, al menos mientras termino mi análisis métrico sobre libro tan singular.

No sé muy bien por qué razón no se cita en ningún lugar la edición de María Clementa Millán (1ª de 1988, ya va por la décimo sexta, al menos) en Cátedra, que fue quien primero dispuso de lo que Anderson –y lo explica– llama el "original", quizá para defender lo que se dice en cubierta y portada "Primera edición del original...." 


ed. de Mario Hernández, con facsímil
Las cien páginas de Millán en la introducción –que no está mal– tampoco aparecen en la bibliografía, en donde, al fin y al cabo, uno echa de menos otras ediciones curiosas, ya que se ha hecho el recorrido desde la de R. Humphries y la de la ed. Seneca (ambas de 1940). Quizá Menarini y García Posada hubieran debido aparecer también (sí se cita la tesis de 1982 de este último). Sí aparecen las posteriores, hasta la del 98 bilingüe de C. Maurer (trad. G. Simon y S. F. White), que se debe de haber reeditado, y que, según noticias indirectas, debe de estar preparando una monografía que subsane  algunas cojeras evidentes. Lamentablemente no he visto la edición de Maurer, que espero obtener pronto, para terminar ese careo genético.



Las notas son descarnadamente textuales, y dejarán al lector en el aire, no digo que esté mal, pero se avisa. En realidad a mí me interesaban sobremanera porque atañen muy directamente a la versificación y disposición del poema, con repercusiones en la escansión versal y agrupaciones estróficas; pero nada de esto se resuelve con el descriptivismo del editor, que nos ha entregado una herramienta más para trabajar con tan hermoso texto.
Lorca sigue exigiendo investigación, estudio, trabajo. 


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