Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 5 de noviembre de 2013

La búsqueda de las caras (la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando)


Para completar el volumen III de la Biblioteca de Autógrafos Españoles (Madrid: Calambur) he ido a recorrer museos y bibliotecas en donde se sabe que existen colecciones de retratos –pinturas, dibujos, grabados, esculturas... –, ya que de algunos (el abate Marchena, Samaniego, Álvarez Cienfuegos, etc.) todavía no tenemos efigie, y el retrato suele culminar cada una de las entradas a esa colección de Autógrafos, después de reproducir la letra, definirla y anotar brevemente vida y obra del autor: medio centenar llenan el volumen del s. XVIII, que aparecerá después del volumen IV, el del siglo XIX, ya en prensa. Hubo menos problema en esta sección del siglo XIX, desde luego, y no solo por la invención de la fotografía, a la que entregaron su vanidad tantos prohombres del siglo, sino por el feroz subjetivismo que recorrió el siglo y que ha dejado colecciones tan ricas como las del Museo Lázaro Galdiano (Madrid). Y libros tan espléndidos como el de Esperanza Guillén Marcos (Retratos del genio: el culto a la personalidad artística en el siglo XIX; Madrid, 2007).

Amalia Avia
El trabajo refinado de campo se hace en las colecciones de estampas del Museo Romántico, del Museo Municipal de Madrid (¿todavía cerrado?), de la sala Goya de la BNE, de la Biblioteca del Museo del Prado.... y de la Academia de Bellas artes de San Fernando, en donde he estado hoy por la mañana, aprovechando la visita, además, para ver el nuevo rincón de Goya y la salita sobre el Madrid de mediados del siglo pasado (el Madrid de Amalia Avia), exhibición temporal, que se ha querido engolosinar con un título que le queda ancho ("... de Falla y de Bretón"), por más que se haya representado una zarzuela juvenil de Falla en el teatro de la Zarzuela ("Los amores de la Inés") y que las pinturas representen bastante bien una cierta tristeza de aquellos años. 
Otro libro, que obtuve por la diligencia de la bibliotecaria de la Academia –¡gracias!–, el  Retrato de los españoles ilustres: memoria histórica del siglo de las luces (de 1988) es de título engañoso, pues se refiere a ilustres de toda nuestra historia, y tan solo Macanaz y Feijoo aparecen allí en representación del siglo de la razón.
Sin embargo, en el Museo, en la nueva sala de Goya, se encontraba uno de nuestros intereses, harto conocido: el retrato de Leandro Fernández de Moratín, al lado del mucho más interesante de Juan de Villanueva, el artífice del Prado y del Botánico. Aquella indolencia o lejanía sosa de Moratín pudo ser un rasgo de su carácter, bien recogido por Goya.

Juan de Villanueva (Goya)
La academia de Bellas Artes posee una admirable colección de retratos de pintores sobre todo españoles, que culmina en Manuel Benedito –cuya exposición acaba de terminar– quizá solo comparable con la mucho más universal del Tyssen, que nunca se acaba de ver, pero no he encontrado ninguno de los autores que yo buscaba, aunque sí que había muestras espléndidas de figuras políticas, hombres públicos, artistas, etc. 

Leandro Fernández de Moratín (Goya)

Por cierto, a la salida me han entregado una tarjetita con la dirección de una nueva Web
http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/visitavirtual/, que aconsejo visitar, sobre todo la sección de tipografía http://www.ibarrareal.es, en la que uno se puede descargar la tipografía de Ibarra y añadirla a la letrería del ordenador, como yo he hecho (pero el blog no la admite, todavía, claro), va un pantallazo de la cursiva:



O puede realizar una espléndida visita virtual. El sitio resulta funcional, práctico y elegante, como corresponde a una academia de estas características; el investigador agradece sobremanera asentar lo que ha ido viendo o lo que recuerda, de manera más pausada, si es el caso. La Academia no se termina de ver fácilmente, de modo que hay que volver a ella de vez en cuando, para disfrutar del salón de actos –hoy sonaba el órgano–, ir de un piso a otro, recorrer patios y escaleras, volver a Goya –los grabados en cobre– y la calcografía, mirar por encima la ingente producción de obras "académicas" en pasillos y escaleras (¡hay que iluminar mejor los bodegones de Arellano de Van der Hamen!), disfrutar de las salas musicales.... 


Eso sí, a pesar de novedades y modernizaciones, no he podido resistir la tentación de ir al rincón donde queda el Cristo de Alonso Cano, iluminado (¿restaurado?), mientras San Bruno (1652) de Manuel Pereira, contempla una calavera (la escultura estuvo en la Cartuja del Paular).
Vuelvo a los retratos. Me siguen faltando varios, entre ellos el del Abate Marchena, que solo conozco por pullas ajenas o por textos literarios (por ejemplo en La batalla de los Arapiles, de Galdós); y que no sé si consiguió escapar a dibujos y retratos, porque, según cuentan, era extremadamente feo. Sin embargo, la categoría de la fealdad, como la de la belleza es subjetiva, esto es, ideológica, y a lo mejor no era para tanto.




2 comentarios:

  1. ¡Qué buena noticia la edición de los nuevos volúmenes de los autógrafos, Pablo! Los que tenemos debilidad por la escritura a mano estaremos atentos, seguro. Respecto a lo que comentas del uso de la Ibarra en el blog, yo estuve haciendo unas pruebas y creo que sí se puede, pero hay que escribir la entrada seleccionando esa tipografía en el programa que tengas de edición de textos una vez instalada, no en la caja de escritura que Blogger habilita para redactar la nueva entrada, donde no sale la Ibarra. Después se copia el texto escrito en Ibarra del programa de edición y se pega en la caja de escritura de Blogger, se ajusta el tamaño de todo ello (pues Blogger te ofrece menos opciones, grande, mediano, pequeño, etc.) y al publicarla se debería ver.

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  2. Ya he observado que eso me ocurría con el "corta" o "copia" y pega; y lo que tú me dices me engolosina aun más, porque si así fuera, voy a poder elegir la letrería según el contenido. Haré ensayos. Gracias, gracias.
    Los autógrafos del siglo XVIII son un poco feotes, al lado de la dispersión de los anteriores, pero conviene tenerlos.

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