Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 7 de noviembre de 2015

Los modos de contar y el Observatorio del Cerrillo de San Blas

Las cuentas más sencillas se arreglan con las manos y los dedos: cuesta dos, te doy diez, faltan tres..., fácil es colegir que el sistema decimal (base de 10) se asienta en nuestra propia naturaleza física, y que es uno de los sistemas universales más sencillo de emplear. Se enreda, sin embargo, con otros modos de contar que andan más lejos de esta raíz "digital"; por ejemplo, el sistema por docenas/medias docenas con que se mide el tiempo: 24 horas del día, divididas en dos partes de 12, sesenta minutos hacen una hora y sesenta segundos un minuto.... ¿De dónde procede este sistema con base en 12? Parece ser que es nuevamente un viejo sistema, más avanzado que el decimal, basado en la mano, los dedos y –esa es la complejidad– las falanges (3) de cada dedo que se señalaban con el pulgar, lo que da 4 dedos (no cuenta el pulgar, que es el que señala), por tres falanges = 12. El sistema se utilizaba ya en los tratados de Geografía y Astronomía de Babilonia, con base en fenómenos naturales, de donde trascendió a modos simples de división (de las esferas, los astros, los signos del zodiaco, la luna...), y ha quedado definitivamente fijado en la tradición culta, hasta el punto de que se ha perdido la memoria de su origen y ya es muy difícil de remover. 
No son los únicos modos de contar. Quien haya viajado por Asia, y particularmente a China y a su área de influencia, sabe que en tiendas, mercados y otras circunstancias se cuenta con un sistema propio, efectivo y peculiar. Reenvío a una simple lección de chino, de mi academia de chino en Madrid, en donde dos profesoras emplean ese juego gestual al mismo tiempo que lo expresan: http://www.escueladechinolunyu.com/  (véase el ejemplo dialogado de la viñeta a la izquierda, según se mira).


Existen otros muchos sistemas menores, algunos de los cuales combinan elementos naturales y elementos corporales, otros mezclan tonos y dedos, o gestos y palabras, etc., hasta llegar a inquietar a geógrafos y matemáticos, que trataron de establecer teóricamente cuál podría ser el sistema perfecto, no en el sentido del más práctico sino de más económico, el que no contiene excedentes expresivos. El intento moderno más fecundo puede ser el de Leibnitz, el sistema binario, que por cierto, el sinólogo francés Etiemble relaciona con la lengua china (puede verse en en su pequeña monografía sobre el chino, de donde he sacado la ilustración).

Este fin de semana he ido, en Madrid, a uno de los lugares en donde se hace historia y recolección de los sistemas que nos rigen para medir: la tierra, el tiempo, la vida, los astros, etc. con su resultado en esferas, mapas, relojes, etc. El Observatorio Astronómico de Madrid. Tuve la suerte de que me acogiera un grupo de alumnos de Física de la Universidad Complutense, guiados por un profesor, a los que pude preguntar, casi constantemente, todo lo que no alcanzaba a comprender: ¿qué son los cilindros de Leibnitz?, ¿qué es la inclinación de la tierra? ¿ha desaparecido el sistema solar, pero no nos vamos a enterar hasta dentro de unos cuantos millones de años?.... Visita, como bien se ve, francamente aprovechada (¡gracias, gracias! y gracias al profesor Miñana, que nos condujo por el complejo y nos explicó todo).

Uno de mis compañeros de visita me consoló sobre una de mis preguntas: "no, no, son ocho minutos lo que tardaría en llegar la explosión del sol". No sé si es mejor o peor, la verdad.
A la visita al Observatorio, en un rincón del Retiro, en cota alta (el cerrillo de San Blas, el de la foto, obtenida de uno de los álbumes citados), dedicaremos otra breve entrada, breve, porque explicar los sistemas de ordenación de tiempo y espacio resulta tan apasionante como complejo. En ese campo se conjugaban varias cosas que era necesario cumplir: mi redacción del directorio de centros de documentación e investigación de Madrid (el Observatorio tiene una biblioteca y, creo, algún archivo); la historia de Madrid, que atraviesa desde Carlos III por aquel lugar, en donde hay un par de álbumes de fotos impagables; mis propios viajes y las circunstancias en las que me he encontrado (por ejemplo, en China); completar con datos fehacientes mi catalogación de manuscritos de tema chino en la BNE, con sus extensiones a otros lugares y a otros campos.


Cerramos la entrada con una foto del "Péndulo de Foucault", que recibe al visitante en el Observatorio, es decir, el curioso ingenio que muestra, entre otras cosas, que la tierra se mueve. No tenía yo mucho que aportar y sí todo que aprender de mi visita; pero sí que pude, en algún momento, a quien me explicaba las coordenadas del movimiento de la tierra –con un juego de puños– que todavía Quevedo (+ 1645, y Quevedo conoció a Galileo, en Roma, hacia 1616) escribió un soneto que terminaba con una imagen falsa del universo, ya que el último verso decía "todo tiene donde caer menos la tierra". 


No hay comentarios:

Publicar un comentario