Y sí, también concierne al llamado "independentismo", por qué no. Los que quieren hablar su lengua en todas las circunstancias –médico, juez, familia, canciones, escuela....–, los que no quieren que les traten como a otros cuarenta millones de distinta condición y circunstancias; los que quieren agruparse con los que sienten y son como ellos para organizar su existencia.
No quiero hablar del sexo de los ángeles, como los políticos, porque eso no sirve para nada o, en todo caso, solo para disfrazar la realidad. El último párrafo concierne a una de las situaciones candentes de nuestra sociedad –el independentismo–; y el primero a otra más general y quizá más grave –la emigración de pueblos enteros, por la guerra. Sobre esta última, sabemos que se han creado unas circunstancias globales que no nos permiten actuar plenamente: no todos podemos ir a nadar a las aguas del mar Egeo para salvar a los que se ahogan en la travesía hacia la libertad soñada, no todos podemos entregar parte de nuestro sueldo a ONG, no todos los que ven el telediario alcanzan a entender lo que es cierto y lo que está manipulado, etc. Las naciones ricas, las sociedades neoliberales, se han apañado para enquistarse en su estatus y que no haya muchos resquicios por donde puedan resquebrajarse. El caramelo de ¡30 emigrantes que han llegado a los telediarios del país!, cuando por lo visto hay más de cien mil esperando, es un retrato macabro de esa situación.
En cuanto a la otra cuestión, la conocemos mejor y, por tanto, podemos ser más perspicaces: adivinamos en alguno de los grupos –por ejemplo, en la CUP– que quieren ser "otros" todo el aliento y nobleza de los que han visto y padecido situaciones constantes de injusticia; y por tanto su independentismo no es que se deba permitir, es que hay que solidarizarse con él y apoyarlo. Nosotros también tenemos que conseguir que sean otros, probablemente al margen de un despliegue de banderas que esconden o tamizan la realidad. La bandera es un trapo. Un símbolo, dicen: no hace falta acudir a símbolos cuando no hay trabajo, se esperan diez horas en un hospital, no se puede pagar la factura de la luz, hay que irse lejos a buscar la dignidad, etc. Que no se esconda la realidad con símbolos. Y eso vale para la bandera "estrellada" o estelada, sobre todo cuando esconde la corrupción de las clases privilegiadas.
Ojalá quienes han logrado un exiguo porcentaje de votos en Cataluña puedan mantener sus pretensiones –¿utópicas?, ¿por qué utópicas?– de ser ellos plenamente sin que sean, una vez más, engullidos por las corbatas, los sobresueldos, la mafia venenosa que lleva tanto tiempo engangrenando nuestra vida pública.
Y yo votaré a Podemos, por cierto.
Entro en campaña.
La mirada al otro se necesita mantener y cultivar. En mi actividad profesional ocurre también; por eso, después de haber ilustrado las páginas de este blog con la exquisita tradición del arte sacro de la época neofeudal, con las exposiciones de las vanguardias, –Kandisky, Munt, Murillo, etc.– los cristales de roca milaneses del s.XVI, etc. voy a salpicar esta página con muestras del arte africano que he visto recogidas en el Museo de la Santa Cruz de Toledo. No conozco sus raíces ni su alcance; pero sí que percibo vagamente que todo eso se ha de mirar y entender de otra manera, por eso lo traigo aquí.
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