Tengo a Carlos Jiménez Villarejo –antiguo fiscal anticorrupción– por una de las personas más sensatas y honestas, particularmente sagaz en el terreno de las leyes, el de su competencia. Y hoy le he vuelto a escuchar hablar durante breve tiempo en un programa de una cadena de televisión española, la sexta. La bondad de su discurso proviene de rasgos que difícilmente se hubieran podido dar en otras circunstancias que no hayan sido las suyas, por el cargo que ocupó y el papel que desempeñó como "fiscal anticorrupción": dice y explica sin tapujos, con libertad; toma postura y la justifica; emplea un lenguaje directo, claro, sencillo. Probablemente son bondades de quien mucho ha breado en ese terreno.
Y con esa actitud y maneras ha contestado en pocos minutos a lo que se le preguntaba frente a las cámaras, sin salvedades, remilgos, medias verdades, aunque también con la discreción de quien sabe el terreno en el que se mueve. La fortuna de los Pujol –dice– proviene de la quiebra de Banca Catalana y de sus funestas consecuencias; miraron para otro lado todos los partidos, particularmente PP, sociatas y convergencia, por ejemplo. Algo ocurrió para que no pudiera seguir investigando aquel caso, el primer caso de corrupción que permitió la manga ancha de los políticos durante más de 30 años. Ese partido –así lo dijo– que apoya la independencia y se dice de izquierdas, y repitió lo "de izquierdas" con asombro, cómo puede ir del brazo con la mayor empresa de corrupción, es decir, con convergencia, la burguesía catalana que domina la política del Parlamento. Cómo puede esa misa clase política –la burguesía corrupta– haber organizado este tinglado político, probablemente para tapar sus treinta años de latrocinio, distorsiando de tal manera leyes, normas y demás. "Ni un solo principio jurídico" en medio de esta marea que ha dejado fuera a media Cataluña y que está siendo como una borrachera de las minorías políticas que se han enriquecido a costa de todos, en tanto la realidad social sigue sangrando por todos lados y aumentan desigualdad, injusticia, prepotencia, falta de cohesión social, reducción de servicios públicos, etc. Esto último ya son latiguillos de mi cosecha, pues siempre he pensado que lo que se está predicando no es una cuestión de "identidad", sino el intento de mantener los privilegios de siempre en una sociedad rabiosamente capitalista, que intenta borrar o disimular lo que le califica.
No cabía más remedio que indignarse con él. Y recuperar la sensatez del pensamiento y hacer una página como esta también en mi blog y en facebook, y en todos los sitios donde pueda. No la puedo hacer día tras día, porque sería insoportable, también para mí; de vez en cuando se necesita respirar de otra manera y con otras cosas, aunque solo sea para poder seguir diciendo "no".
Pero esta noche, mi homenaje a Carlos Jiménez Villarejo y a los que son y actúan como él.
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