lejanía en los versos juveniles
cuando todo prendía y se soñaba
cada verso un requiebro al
horizonte
el dulce acariciar de las palabras
aquel modo de ser sin nada apenas
no distinguir la queja de la gracia
vivir sin esperar lo que se quiere
y en las ojos tener lo que nos falta
fluïdo de la vida a manos llenas
y ser así quien los demás aguardan
en cada esquina recoger la vida
y cada noche al descansar dejarla
¡los versos que hubo entonces y canciones
que mal decían lo que bien cantaban!
que mal decían lo que bien cantaban!
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