Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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viernes, 28 de octubre de 2011

Carlos V domina el Furor (II)




Al comienzo de este blog, hace más de un año, di entrada al "baile de las estatuas", y me refería a la famosa escultura de Pompeo Leoni, cuyo original está en el Museo del Prado. Nuevos datos y matizaciones me han llevado a reponer la entrada adecuadamente.

Soneto de Quevedo

Las selvas hiço navegar, i el Viento
Al cáñamo en sus velas respetaba,
Quando cortés su anhélito tassaba
Con la necesidad de el movimiento.
Dilató su victoria el vencimiento
Por las riberas, que el Danubio laba.
Caió África ardiente, gimió esclaba
La falsa religión en fin sangriento.
Vio Roma en la desorden de su gente.
Sino piadosa, ardiente Valentía;
I de España el rumor sosegó ausente.
Retiró a Soliman, temor de Vngria,
i por ser retirada más valiente,
se retiró a sí mismo el postrer día.

[Edición paleográfica, a partir de El Parnaso Español, 1648, f. 7)

En 1556 viene de Italia la estatua de “Carlos” (dominando el Furor, como se le llama luego). En diciembre de 1568 muere el inquisidor Fernando de Valdés. Su sepulcro en Santa María la Mayor de Salas (Asturias) es obra de Pompeo Leoni, el escultor de moda, al menos desde que se expusieran algunas de sus obras, entre las cuales, la de Carlos V ya había recibido el aplauso poético de Quevedo, cuyo epígrafe, cuando se publica, documenta que se exhibía en Aranjuez. El contrato de Pompeo Leoni para labrar el señpulcro del inquisidor en Salas puede verse en el Protocolo 280 (AHPM, diciembre de 1576):



Curioso el baile de personajes y de estatuas, que taje a colación por la exposición del Museo del Prado, El arte del poder (comisario: Álvaro Soler), en donde se expone. La estatua viajó a España al tiempo que volvía don Diego Hurtado Mendoza de Italia y al mismo tiempo que se leía el Lazarillo. El diplomático español fue quien en realidad facilitó –por su amistad con el pintor– los Tizianos de Carlos V; y quizá también se dejó pintar (¿). Me ha sido francamente difícil documentar la figura de don Diego, que en descripciones literarias pasa de ser “de gran proporción” y “extremadamente feo” a ser “muy moreno de rostro”, “agraciado”, pero pequeño de estatura… A lo mejor alguien me puede añadir documentación fiel, autentificando el Tiziano que dice representa a don Diego, verbo y gracia. El caso es que la estatua de Carlos V y el furor ha venido bailando por Madrid y los alrededores. Un dato que desconocía antes es que Alfonso XII mandó hacer dos copias, una de ellas está en el Palacio Real; la otra estuvo en el Alcázar de Toledo. Vi, con asombro, por televisión, que la del Palacio Real se exponía bajo las escalinatas de la entrada, ¡cuando se organizaron las conversaciones de paz entre palestinos e israelitas, hace unos años! Creo que ninguna de las partes que entraron en conferencia de paz alcanzó a identificarse con el furor pisoteado y vencido. Menos mal. Anduvo también la estatua en diversos lugares de la capital, incluso en lugares públicos, como en la plaza de Santa Ana; pero como todo el mundo sabía que la armadura se montaba con piezas distintas que el cuerpo que vestía, los menos respetuosos intentaban desmontar las piezas para buscar directamente la hombría del Emperador. 

Por la historia y polémicas sobre su ubicación ha pasado buena parte de la historia de España, pues de Aranjuez, la Casa de Campo y la Plaza de Santa pasó al Buen Retiro e incluso a ocultarse. Solo cuando alcanza el marchamo de obra "histórica" plenamente consigue zafarse de significados simbólicos.
Para el baile de personajes, con Fernando de Valdés al fondo, bastaría con recordar casos como el de la vuelta del padre Las Casas a Valladolid, en donde muere en 1566; sacan entonces de San Gregorio sus obras para entregárselas a Juan López de Velasco, como Cronista de Indias, mientras al fondo suena el órgano del palentino Antonio de Cabezón,  el organista real, que también acaba de fallecer. El mapa humano de aquellos años es tan rico y complejo como sugestivo.
Quevedo publica ese soneto en su edición póstuma (de 1648): es el tercer poema de la musa "Clío", para satisfacer su ideología bélica. 


4 comentarios:

  1. ¿Es el desnudo la misma estatua con que la coraza solo que esta se puede quitar y poner? Gracias.

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  2. Sí, así es: el desnudo es la estatua, la escultura, y la armadura es como en la realidad, se quita o se pone. Lo que no sé es si eso ocurre en todas las copias de las que hablo o tan solo en la orgibianl.

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  3. Esta escultura es de Leon Leoni, el hijo de Pompeo Leoni, que, harto de hacer medallas, quiso realizar una gran escultura, y se suele comparar en magnificencia con el retrato de Tiziano.
    si quieres saber más, te recomiendo el libro de Carlos V y la imagen del héroe en el Renacimiento de Fernando Checa Cremades; muy interesante.
    un saludo

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  4. ¿A qué actos de la vida del Emperador y de la historia de España alude Quevdo?
    GRACIAS!

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