Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 15 de febrero de 2013

Isabel de Portugal, otra vez


Me he vuelto a encontrar a Isabel de Portugal otra vez, ha sido en la exposición de la Casa de Alba, en Cibeles, ahora ayuntamiento de Madrid. Rubens la pintó unos cien años después de su muerte,  no sé a partir de qué modelo –¿del de Tiziano?–. Sentada al lado del Emperador, en un cuadro extraño, la encontré algo ajada como consumida, sin la gracia y la serenidad del viejo retrato de Tiziano. Algo semejante me parece que ocurre con los dos retratos del Duque de Alba, impresionante el de Tiziano –con armadura, bastón de mando y fajín– frente a otro de Rubens, más juvenil, tétrico, impostado. Sobre las cruentas hazañas de ese noble –las de Flandes– se asienta buena parte de la leyenda negra. Amigo de don Diego Hurtado de Mendoza, con el que cruza cartas y recuerda juergas, su figura macilenta de mirada perdida impresiona. 



La exposición tiene su encanto –es reducida, pero es único lo que se expone, tanto artística como documentalmente, con alguna concesión final al batiburrillo actual, después de pasar por Renoir, Chagall o Zuloaga. Grabados de Durero y Rembrandt; cuadros de Goya, Ribera, el Greco, Zurbarán, Tiziano.... el de fray Angélico, más conocido; etc. Puestos a elegir, como ilustración, además de los cuadros comentados, el mapa de Colón, con una simple línea quebrada que traza el perfil de la "tierra firme"; los dos cuadros madrileños de Antonio Joli, de mediados del siglo XVIII, que no sabía que pertenecieran a la casa ducal de Alba –serán de serie los semejantes de la Academia de Bellas Artes de San Fernando–.... La verdad es que casi todo lo que se expone merece la pena, incluso los cuadros, recuerdos e historietas de Eugenia de Montijo.


Al salir, ese inmenso espacio del viejo edificio de correos, la hoquedad con las arcadas que coronan vidrieras. En pulir todo esto invirtió Gallardón una fortuna, los impuestos de los madrileños.


6 comentarios:

  1. ¿Quien no se enamoró de Isabel de Portugal?

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  2. ¿y hay que volver a pagar una y otra vez a la Casa de Alba y al Ayuntamiento por ver esos cuadros? ... ya los miraremos en el más allá.

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  3. Pues utilicé ese cuadro (en mi caso en palacio) para hacer este montaje. Plaza Roja 1984

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  4. No se ve nada, Miguel.
    Anónimo, yo no pienso mirar eso en el "más allá".

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  5. Efectivamente, todo esta aca! Pablo, y esas flores? Se parecen a una antigua acuarela que hay en la familia.

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