Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

jueves, 19 de enero de 2012

Nuestros colegas, los franceses

Cada vez que acudo a un encuentro cultural –filológico, histórico, literario....– con mis colegas franceses me sorprenden con un nuevo escorzo crítico, normalmente de carácter temático, aprovechando perspectivas peculiares, desde las que se adentran en territorio clásico –o menos clásico– y presentan, analizan y discuten las obras de siempre. 



Me preguntaron una vez –periodistas– que cómo era que estaba explicando la literatura clásica española siempre, como si una vez ejercida tamaña tarea la misión se hubiera cumplido; y les contesté, claro, que cada generación de estudiantes o, sencillamente, de lectores tenía que leer y asumir aquellos textos; también les dije que tal asunción no era nunca la misma, que la variante "lector", con todas sus circunstancias, provocaba significaciones distintas. Hubiera podido añadir algo relacionado con el tejemaneje de mis colegas galos, refinadamente capacitados para la aventura de leer incansable y renovadamente los textos. Y desde ese lugar hacer camino inverso: el texto histórico, el texto clásico sobre todo, posee una latencia de significados inagotable, esa es su gracia y una de las razones por las que se llama "clásico".



He visto esta vez tres monografías distintas, de dos de las cuales doy breve cuenta en esta nota, una es sobre "la representación del favor" en la España de Felipe III y Felipe IV; la otra sobre "el medio natural en España e Italia. Saberes y representaciones", esta vez en un arco temporal que arranca en el s. XV. Son libros amenos, serios, jugosos, quizá menos obsesionados por cuestiones lingüísticas y, por tanto, de formas y estilos; pero mejor conectados con otras disciplinas, y leídos de manera que llevan directamente a tiempos y espacios históricos.
Es posible que planes de estudio, concesión de ayudas y demás aspectos académicos y docentes hayan impulsado este tipo de preferencias críticas, es posible, pero yo recuerdo ya desde hace muchos años este tipo de encuentros, fructíferos (el cuerpo, amores legítimos e ilegítimos, sistemas de parentesco,  herejes y renegados, etc.) que enriquecen sobremanera las posibilidades de lectura y, en consecuencia, el mejor conocimiento de nuestra historia.



















1 comentario:

  1. ¡Me encantan! Sabrás que en Argentina somos muy francófilos y los siglodoristas ni te cuento... Aunque yo no abandono mi amor por la critica anglosajona con la que comparto tantas lecturas de Cervantes.

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