Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 27 de enero de 2012

Jardín botánico de Pisa


En el mismo centro de la ciudad –como en Madrid, Lisboa, París....– Pisa conserva su "ortus botanicus", que data, he leído, de hacia 1512, con vaivenes y cambios históricos diversos. Se jacta el "ortus" de ser el más viejo de Europa y, por tanto, supongo, del mundo europeo y americano. Algunas avenidas de flores llevan denominación y fecha de siglos hace. ¿Y el jardín? Nunca había visto un ginko como el de este botánico, desde luego, aunque sospecho que los habrá en China; y los magnolios centenarios, a uno de ellos le dan fecha de nacimiento de mil setecientos y poco –apuntalado está, desde luego. Otro tejo, de la parte posterior, se ha convertido en todo un bosque. Otros ejemplares espectaculares: una encina, un tilo, el "bagolano", más alto que todos los edificios de Pisa, las palmeras y unos cuantos plátanos, uno de los cuales, ha desarrollado un pedestal monticuloso que nunca había visto antes.

El jardín estaba desierto –normal por las fechas– y parecía algo descuidado, ropaje que no sé si le caía bien, entre esos muros –algunos apuntalados– desnudos y las edificaciones ocres que se asomaban a mirarnos por encima. Había también cierto descuido en los dos invernaderos, algo pobres. Apunto he estado de regar algunos tiestos....

De vez en cuando, una tímida nota de color: ya hay narcisos, amarillos y blancos; en la zona de las salvias, la roja; las camelias, que no eran muchas, pintaban de carmín algún rincón, sin pasarse.... y poca cosa más, tan pocas que he podido recoger prácticamente todas –hasta las flores de cactus–, entre las cuales un llamativo membrillo del japón, de los que primero dan la flor –roja– y ya vendrán luego las hojas.  Aquí se llama "cotogno del Giappone" (Chaenomeles Japonica, es la flor roja que ilustra estan entrada). No era lo más interesante, desde luego, habrá que venir cuando salte la primavera y los mil cartelitos sobre la tierra desnuda dialoguen con lo que dicen. 
encina


plátano
Entre las curiosidades de las que quedan restos, nunca había visto llamar a la hierba luisa "lippia", como aquí. He estrujado sus hojas secas con la mano y me las he guardado en el bolsillo, de manera que al salir he ido oliendo a hierba luisa, pero no he encontrado a nadie a quien dar la mano, que hubiera sido lo suyo. Mucho verde y poco color. Mucho verde y poco color he repetido. Y la maldita condición humana ha derivado el pensamiento hacia donde no debía. De manera que vuelvo a mirar el lugar, y me doy cuenta que es parte de su gracia: no solo el viejo edificio cubierto de conchas que está dentro, sino los que rodean el jardín y el que sirve de sede central, supongo que la facultad de botánica o algo así, de la universidad, porque algunos botánicos italianos –recuerdo el de Nápoles, por ejemplo– pertenecen a la Universidad.
Y al salir las dos damas de la taquilla –no había absolutamente nadie más– me han vuelto a hablar en inglés. Y les he vuelto a decir que prefiero que me hablen en italiano. También estaban en inglés todas las publicaciones de la entrada, en la taquilla. Vaya.

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