Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 4 de octubre de 2011

Avances de meteorito


El problema es en qué universo actuar, ya que en ningún momento se ha planteado la inacción, que sería un resultado imposible de comprobar, por lo demás. Un verso en una casa enana actúa en el universo lingüístico, es decir, actúa, para empezar, naturalmente, con un movimiento hacia significados y comunicaciones que poseemos desde no se sabe bien cuándo. 
En su manifestación se producen desviaciones purificadoras y complejas, por más que –habilidad y competencia– parezcan sencillas, casi fluidos verbales; la más evidente es el diálogo entre las matemáticas y la arbitrariedad del juego, es decir, la tensión entre opuestos: lo maravillosamente exacto frente a la arbitrariedad del viva la virgen. Y en esa mezcla o casi quicio se embadurna el autor, se regocija una y otra vez e invita al lector a que le acompañe, sin prestarle nunca apoyos sentimentales –son solo caramelos irónicos– ni renglones ideológicos. La inmensa moral del silencio. Allí se las apañe el lector, y mucho peor si no se divierte. 

Al fin y al cabo dicen ahora que el universo está en expansión y no en contracción. En cualquier momento una matemática infinita, que no sabemos, llevará a la práctica un gigantesco teorema y nos dejará un meteorito y unos cuantos miles de billones de años mudos. 
¿Y dónde queda la literatura en todo este quehacer? Algo que no existe no puede tomarse en serio, desde luego; sí que existe sin embargo el humano receptor y emisor de estímulos, entre los cuales los signos, y entre los signos –nunca los únicos– los decantados por siglos de inteligencia, los del lenguaje. El autor de este continuo trajín por un inmenso salón de pasos perdidos se ha situado, antes de empezar, muy lejos o muy arriba o muy tarde –no se sabe bien, en todo caso "muy"–, razón por la que su modo de expresión se asienta en la precisión de un lenguaje lleno de registros, que va a lo que va y punto. Y de un manotazo se han declarado como inservibles casi  todos los pertrechos de cosas como la filología, la filosofía, la literatura, etc. de las que se aprovechan con enconado deleite retazos que se han salvado del naufragio: elementos de la retórica, puntos de métrica con su variante musical, nombres y obras de los que –en los hace muchos del barroco o del siglo que se fue– optaron también por gesto similar, etc. El lector atento, sin embargo, se percata de que hay escondites donde anida la intriga; frases en las que late la duda; conductas que recorren páginas distintas, etcéteras; es decir, elementos sueltos de ese inmenso baúl para engañabobos que es la literatura. Ahí están. No podía ser de otra manera. Supongo que al autor le ha costado mucho trabajo aceptar un itinerario al que le hubiera gustado renunciar más radicalmente: tomar la pluma o el ordenador, escribir, redactar, referir, confeccionar un libro, publicar.... Son todos concesiones "literarias", vaya por dios: renuncias y aceptaciones necesarias. Son actuaciones en el lugar al que nos han obligado, históricamente, a actuar. Dejar de ser algo mientras se es.


1 comentario:

  1. A mí este libro me parece de lo mejorcito que he leído en los últimos 40 años. ¿Literatura? distinta y superlativa.

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