Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 29 de diciembre de 2017

Madrid, de fiesta


Y así se viste cada dos por tres, porque desembarcan en Madrid las 57 (¿) provincias machadianas, y la ciudad regala sus muchos tesoros, fundamentalmente museos, parques, calles.... y gentes. Siempre he dicho que los más de 150 museos y exposiciones que ofrece cada día, más las 200 actividades teatrales, los 50 conciertos, salas de cine, etc. dan para todo el público, y para un público con gustos muy variados. Madrid queda lejos de esa sensación casposa que nos trasmite a diario y sin consideración la TV pública y casi todas las restantes televisiones, empeñadas en degradar a su público y exponer vergüenzas y ridículos como materia fundamental, hasta "el cine de la 2" ha repuesto las películas más infames de nuestra historia cinematográfica como si fueran tesoros.... No me extraña que la gente joven y menos joven haya huido a los lugares y rincones en donde no se abone este aburrimiento inmisericorde. Todo ello muy de acuerdo con el vocero nacional del PP, empeñado en que a sus siete millones (alguno se salvará, claro) se sumen los asiduos al descenso a la ignominia. Véase el excelente repaso de Elena Cué, en ABC, que cito como lugar en donde decía que alguno se salva: 


en http://www.alejandradeargos.com/index.php/es/completas/29-exposiciones/219-exposiciones-madrid   Y la web oficial https://www.esmadrid.com/agenda-exposiciones-madrid?utm_referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.es%2F



El madrileño se echó ayer a la calle, atravesó el Retiro un par de veces –lleno de gente– y deambuló por el centro, en el barrio de los Gerónimos y aledaños. Entró en varios lugares en donde la cola no fuera exagerada, para empezar en la Casa Árabe, en donde exponía discretamente "Chant Avedissian. Un levantino camino del Este", un egipto-armenio.internacional, del que me interesaban sus módulos básicos para decoración. Centro-Centro tenía largas colas, como el Palacio Linares, el Museo Naval y el quilómetro prodigioso que acoge a Mapfre (Miro y Zuloaga), la Caissa (Chirino), el Tyssen, el Prado, el Reina Sofía.... y una decena más de rincones (Círculo de Bellas Artes, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo de Artes Decorativas (Finlandia, zapatos y belenes), el Arqueológico Nacional, el de Antropología, etc.) para entender la capacidad humana de crear e imaginar.


Entré en el Círculo de Bellas Artes para ver, esencialmente, dos exposiciones fotográficas, que se están extendiendo cada vez más, como arte de doble filo: la representación de la historia y la realidad, por un lado; la del propio arte fotográfico. Muchas salas exponen en estos momentos colecciones de este tipo, entre ellas las del Canal Isabel II (Juan Manuel Díaz Burgos), Mapfre (Nicholas Nixon), La Caixa (Fotopres), Museo ICO (arquitectura), etc. y eso si uno no quiere alargarse a Matadero –casi siempre espléndido– o por el otro lado hasta el Museo de Ciencias Naturales, que mantiene con acierto varias exposiciones interesantísimas. Y nos hemos quedado sin ver por ahora las tablas flamencas del Museo Lázaro Galdiano, el Sorolla, el Cerralbo, el Romántico, el de la Historia de Madrid, La casa encendida....; o los mucho más actuales de Telefónica y otros lugares más inclinados a la técnica o  productos culturales nuevos. Imposible enumerar todos.
Sigue la serie de algunas de las que vi en la exposición fotográfica de Albert Kahn (anteriores a 1936):


Descansé en la azotea del Círculo de Bellas Artes, desde donde Madrid se diversificaba en mil quiebros, siempre sin acabar (en obras la iglesia de San José, en donde se casó Lope, la vieja iglesia teresiana de Madrid), con las cuatro nuevas torres a lo lejos y esos carros metálicos tirados a lo BenHur que quebraban el cielo azul y blanco de la mañana madrileña.








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