Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 25 de marzo de 2015

juegos de sombras chinas


El peregrino se sentó a media tarde a ver cómo hacíamos millones de fotos al sol poniente, que en un día de azul limpio, como el de hoy, nos tiene a todos enajenados. Y según iba cayendo el sol, refrescaba; pero el paso incesante de gente se iba convirtiendo cada vez más en el desfile de siluetas que la luz cortaba con nitidez. El peregrino siente cierta plenitud, pero por mucho que se disfrace, le resulta difícil pasar desapercibido: los niños miran descaradamente a ese señor tan raro, y algunos nativos –se adivina que turistas– le piden fotografiarse juntos, a lo que siempre accedo, desde luego, y además suelo pedir que añadan una foto en mi propia máquina, como la que va. 


Otras veces, de tapadillo, cuando es alguna dama la que se queda mirando a ese señor, le saco una foto –como la muestra– y entonces ya no sabe qué hacer, mirando entre curiosa y contenta. Si me hubiera dicho algo, le requeriría de amores, pero ¿se pueden ustedes imaginar lo difícil que resultaría requerir de amores en chino, con el sol yéndose al Pacífico, y teniendo que terminar un soneto que he querido que tenga una rima como la de las pipas, contundente, al borde del cachondeo? Mejor que nos separemos para siempre. Las cosas se van ya siempre para siempre.

 

El peregrino, que ya no sabe si es vate o peregrino o qué, reconoce que se le va el verbo cada vez más a sus jaranas, y en su irse arrasa con todo, sin respetar diccionarios ni malas costumbres. 


He pedido pipas con el café, porque la gente las toma, como en España; eso sí, aquí son negras y no tienen la contundencia de las de Cuenca o Palencia, lugar de robustos girasoles, casi como los de Rusia. Rusos, chinos y españoles hermanamos en muchas cosas. Añádase lo de las pipas.


Un buen poema al borde de este lago
tendría que versar sobre el poniente,
que no hay dama que ocupe ya mis sueños
y se escribe no más lo que se siente;

en un café sentado miro todo,
la estela de este sol llega a mi frente;
adoro este país, me siento nuevo,
hay cierta plenitud que se presiente;

como locos estamos con las fotos;
los niños miran descaradamente;
primavera nos tiene atolondrados;
mientras, la luz se va y la noche asciende.

Colgaré en facebook algunos versos.
Juego de sombras chinas es la gente.



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