Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

jueves, 23 de agosto de 2012

El pelo y las ferias, con su glosa



La duda es entre dos peluquerías
en una de ellas sara apenas habla
pero es dulce y suave de tijeras
y comprensiva con mi san benito

que rodea sin mucho comentario
mientras me cuenta que se baña en calas
de meirás y que vienen ya las ferias:

las fiestas de san roman son las mejores.

La tentación para cambiar reside
en el bullicio que percibo en Adela,
un cuchitril encantador del centro
en donde hay veces para la semana.

Creo que volveré con sara... dulce,
dorada por el sol de Villarrube.

II

Cuando llega la virgen –de agosto–, y las ferias y fiestas del lugar, yo me corto el pelo, vamos los alrededores del san benito, como un rito que me libera para el final de los soles y de los mares y me devuelve impoluto, redimido, purificado al mar de la corte y a la jauría de la universidad –lugar de lobos donde ya van quedando pocos antílopes–, probablemente para intentar pasar desapercibido. Además, el rapado cuesta cuatro o cinco euros menos, no sé cómo va el iva de rajoy ahora en estos menesteres humildes; se lo preguntaré a sara, mi peluquera habitual, pero que en agosto está imposible y me corta el pelo en dos minutos sin darme conversación, lo que es contra natura. Este año he dudado, por temor a quedarme sin la purificación, si “pedir para la semana” vez en Adela, que es peluquería con más prestigio, en la mismísima plaza; y me he acercado y he tanteado: hay una lista de espera tan grande que parece la seguridad social española. Y además, en cuanto me han dado hora para la semana he sentido una punzada en el corazón y la dulce sara se me ha venido a las mientes, dorada por las calas de meirás.


Lo bueno de ambas es que mientras te quitan la fuerza y repasas el universo comentas cómo van las ferias: hay bandas de gaitas, deportes divertidos y primitivos junto al río, han llegado muchísimo feriantes, una de las bandas de este año es la de “los senadores”, formidable conjunto de carrozas con las canciones que se presumen....; pero también han actuado “Los inhumanos”, “La Guardia”, mariachis, “Charanga”.... Esplendor. Todos en la “plaza roja” que oficialmente se llama “del Sagrado Corazón”, aunque nadie la llama así: un resultado más de la pugna entre las fuerzas encontradas, que se inclinan casi siempre del lado derecho, excepto la anterior legislatura, que concertó a las izquierdas con el resultado estremecedor de un ascensor aparatoso y moderno, de acero inoxidable o de aluminio, atravesando el interior del coqueto edificio histórico del ayuntamiento, dos alturas, que hubo de llevarse unos cuantos millones de parados y dejó al ayuntamiento desvirgado para siempre. Son las cosas de este país. También se cargaron el mejor parque infantil de la zona, en el centro de la plaza, –lleno de niños, maravilloso– para invertir algún millón más en un engendro que preside la letra “G”, del que han huido los adolescentes, y bien que han hecho. Y algunos etcéteras más.


Yo noto la llegada de las ferias porque el menú que tomo habitualmente en dos o tres lugares, a unos nueve euros, se cambia en la pizarra de fuera por “plato del día con bebida y postre” –galicismo culinario– a “12,90”. Esos días, alguna tapa, y comida en casa, claro. También suben los precios en tiendas y supermercadosy luego se quedan ya subidos para siempre; como buena maruja doy ejemplos palmarios, que parecerán anuncios de radio local: “El café en polvo marcilla, de 4,80 a 7,25”; el néctar de naranja Juver de dos litros, sin azúcar añadido, de 1,69 a 1,93” y así sucesivamente. Y sin que haya llegado el famoso iva de setiembre. Aun así, la batería de frutas  y hortalizas es una bendición del cielo; y siguen llegando a esta tierra del final de la península “ultramarinos” o marcas de productos que no se distribuyen en el resto de españa (marcas como “El Gallego”, de cafés; chocolates “La Carmencita”; gaseosas; salazones y verduras frescas....) 
Maruja cumple debidamente con recorrer los dos supermercados que en estas tierras compiten (Gadis y Eroski), comparar precios y obrar en consecuencia. ¡Ay!, con un desvío pasional y tierno que no debería contar; pero bueno, son tantos los vicios acumulados que por algún lado he de abrir la espita. Ivana es una cajera de Eroski –incluso tiene su soneto, del año pasado, que atravesé un ecuador pasional, en este blog– y me gusta esperar la cola en su caja, admirar la serenidad de su cansancio, darle el dinero que me pide con parsimonia, balbucear, comentar que si llueve o que si no llueve....  
A veces he comprado los yugures de Larsa o de la Asturiana a diez céntimos más caros en Eroski que en Gadis. Luego no me salen las economías; pero el corazón se va aliviado con las bolsas que me ha preparado Ivana y triste porque consumo poco y ya no tendré que volver en dos o tres días. Y viene la trampa. Se me ha olvidado la máquina de afeitar eléctrica en la corte; se nos ha acabado la leche fresca descremada; vamos a comprar bolsas para la basura.... Siempre hay un pretexto. Y ya me sé sus turnos y horarios.



Asistí a la procesión: la virgen del Carmen, en andas, y San Roque, con su perrillo a los pies, desde la vieja parroquia, una vuelta bordeando la ría, presidida por el alcalde –un buen alcalde, hay que decirlo, aunque sea del PP, que tiene ahora a parte del comercio de la ciudad vieja en contra– y con la orquesta municipal. Me asustaron un poco los romanos que tocaban trompetas abriendo la marcha. Guiñé el ojo a la trompetista –la de la foto, hubiera podido ir de romana–, pero no me hizo caso, claro, con la virgen ahí al ladito cualquiera tiene un desvío de ese cariz. Lo compensé con media docena de churros, que Silvia y su compañero venden bien acomodados (1,5 euros la media docena), aunque abren un poco tarde y casi nunca llegan para la merienda.
Otro día podríamos hablar de las novedades de la feria, y del invento de algunas atracciones.



Mañana tengo vez con sara en la pelu, entre rulos y comentos, pero no me digan que con lo que he contado de los precios en el super no voy bien pertrechado para lo que surja en la conversa. Esta noche lo consolidaré leyéndome los suplementos de “Mujer, hoy” y “Moda”, mis revistas favoritas, porque son gratis con el periódico, que nunca compro los domingos –ninguno, ni siquiera La Voz, que es el mejor– porque te obligan a pagar un suplemento, es decir, una revista de cotilleo medio-burgués, y yo, la verdad, esas cosas las prefiero en vivo y en directo.



5 comentarios:

  1. jejejeje me he tronchado de risa. Eres un buen reportero que conste! Has descrito tal cual son las cosas en un pueblo del norte de Galicia, y con mucha gracia. Ayyyyyyy los "yugures", compralos del país hombre que son los mejores.
    Y ten cuidadín con la palabrita "corte" que en gallego significa el lugar donde se guardan las vacas, :)
    Pero qué enamoradizo eres eh!
    Visita O Barqueiro, si no lo has hecho,que es muy bonito y te queda cerca.
    Bicos rapaciño.

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  2. me gusta la gente, ohma....; te en cuenta que todo eso son cuentos del rapsoda, a saber lo que hay de imaginación. Iré a O Barqueiro.
    Bicos, bicos

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  3. A mi también me gusta la gente.
    Pueblos muy bonitos y que te quedan cerca son: Cariño,Ortigueira,Espasante,Mañón ( aqui está Bares, el cabo q divide el Cantábrico del Atlantico y Bares, pueblo, es considerado el puerto más antiguo de Galicia) y O Barqueiro.
    Bicos.

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  4. Ohma, conozco esos pueblos, obviamente.... ¿¿Y dónde estás tú?
    Bicos, bicos, bicos

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  5. No sé el tiempo que llevar por aqui, Pablo, y vivo en Ferrol, cerca de todos los parajes a los que fotografias, :)
    muaaaa

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