Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 31 de agosto de 2016

La vieja casa de Du Fu


Visite la casa-museo de Du Fu un caluroso día de agosto. Anduve hasta las afueras de Chengdu, en donde se encuentra, en medio de un paraje semitropical, ahora bien acondicionado, organizado, controlado.... en donde quizá lo de menos sea el poeta, y lo de más, un lugar de alivio y peregrinaje para el turista, en el que hay que pagar –modestamente– para entrar. Una vez dentro, mientras escuchaba la estridencia de pájaros y chicharras, casi siempre bajo las bóvedas de árboles centenarios, en caminos que alineaban los bambúes, o de la maleza, decidí entregar el día a versos, poetas, Du Fu, etc. y no salir de aquel refugio paradisiaco hasta que la caída de la tarde no me achicharrara. Contrastaba aquel paraje, ordenado pero al fin y al cabo natural, con toda la parafernalia que le precedía, por ejemplo la avenida de los poetas, encarrilada por suelos marmóreos con inscripciones poéticas y jalonada por estatuas de los más afamados poetas chinos; o plazas con muros asalmonados y monumentos, en cuyas paredes se han escrito versos dorados. Frente a todo eso, la casa de Du Fu nos devuelve un poco a un hogar versal más familiar, por más natural.




Dominaban los árboles tropicales y los bambués; tomé nota de un ¿cinamomo? que alcanzaba unos 500 años; y de una buganvilla (hay foto de las dos cosas) cuyo tronco dice ser más vieja todavía. Pero mi ignorancia era casi absoluta sobre multitud de plantas que veía, y no podía indagar fácilmente de qué se trataba. Distraído por las plantas y sin darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, con pantalón corto, los mosquitos fueron poco a poco devorando mis brazos, cuello y piernas.... Esa noche sería sonada.





En realidad la casa "de paja" de Du Fu ha de ser más que nada un recuerdo, y se ve más o menos al cruzar uno de los parajes. El lugar ha abierto enormes salas de exposiciones, una de ellas con reproducción facsimilar de pinturas muy conocidas de artistas chinos; otra con inscripciones lapidarias  de versos de Du Fu, y las "variaciones" de poetas posteriores, lo que es uno de los rasgos literarios de Du Fu. En España a su obra y con ese leit motiv se acercó Javier Yagüe, que también ha traducido alguno de sus poemas.




Otro de los pabellones alberga los hallazgos arqueológicos del lugar, con algunos comentarios que identifican piezas encontradas con el milenio de Du Fu. Quizá no sea tan importante como el recuerdo tradicional de que ese fue el retiro de un poeta admirado.





Me senté en uno de los rincones con mesas y bancos de piedra a tomar mi ración de fruta, a poner orden a mis notas y a observar a mis compañeros de descanso en otras mesas que, por otro lado, me observaban a mí; todo con suma discreción y algo de simpatía, en general. Intercambiamos sonrisas y nihaos oportunamente. Fue entonces cuando observé que toda la piel que había dejado a descubierto había sido acribillada por mosquitos invisibles. Fue inútil que entonces me aplicara mi mejunje mágico (el "Tea Tree Remedy" de Australia). Esa noche mis lejanos amigos chinos me fueron aconsejando alivios varios..... ; gracias solo un par de días más tarde un "Chun juan", un agua de rocío, consiguió que mi piel empezara a recuperarse. Eso sí, entre unas cosas y otras me hice experto en el tratamiento antimosquitos, y "por si las moscas" (qué bien ahora se acopla el modismo), he incorporado las fotos al comentario.
Y en este punto se me interrumpen las conexiones al servidor.... No sé si podré seguir.






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