Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 2 de agosto de 2014

El botánico "atlántico" de Gijón y Jovellan@s


El Botánico de Gijón está prácticamente vacío. Es uno de los botánicos –de los muchos que he visitado en todo el mundo– mejor presentado, ordenado y cuidado. Resultan excepcionales sus bosques de alisos, fresnos, robles y carballos, abedules, plátanos; sus hileras de camelios; los gigantescos chopos negros de tronco envejecido; la minuciosidad de sus explicaciones y cartelas, el mimo con que presentan lo que ellos llaman "joyas", en terrenos acotados o macetones; la variedad inmensa de las plantas menores; etc. Todo eso está mucho mejor presentado que las partes modernas, que resultan limpias, precisas, colocadísimas, aunque sean a la postre menos interesantes. 

Se anuncia como "atlántico", se organiza en secciones muy bien presentadas y se complementa con una serie de edificios menores y exposiciones, perfectamente organizadas (hierbas, molinos, historia de los jardines, productos, etc.) que contrastan con el aparente abandono de los terrenos más viejos, que van cruzados por senderos de madera, y que en realidad están así dispuestos adrede. Un verdadero placer: la sensación es la de sentirse aislado y abandonado en medio de bosques centenarios. 




zarzaparrilla
Otras muchas cosas habría que mencionar, como la disposición de la flora de las dunas, el intento por distinguir entre árboles exóticos y del país, las noticias de las plantas invasoras –como la referida al "amor de hombre", claro, o a la hierba de la pampa–, etc.
Los nombres van de lo castizo (anda el toronjil por ahí) a lo europeo, y no se etiquetan las que son demasiado fáciles (espliegos, oréganos, romeros....). Es verdad que uno de vez en cuando no está de acuerdo con los detalles, sobre todo en las denominaciones; pero parece cuestión menor y sin importancia.

abedul celtibérico

















El viajero se ha quedado con unas cuantas cosas para intentar reducir su ignorancia: variedades que no conozco de carrascos y espinos; la extraña curiosidad –para mí– de abedul "celtibérico", menos blanquecino que el común; la zarzaparrilla –anterior al invento de la coca-cola, que de ella se hace–; las acerolas y los endrinos "ojo de conejo" (para no confundirlos con los abruños, más gruesos), el indigoetc. de muchos de ellos he tomado hojas y hecho fotos, en algunos casos también por su belleza, como la de ese hermoso serbal de los cazadores cargado de fruto; pero lo que me ha ganado al final no ha sido la curiosidad filológica y sus aledaños, sino la sensación de bosque perdido, de humedad cercana al mar.


serbal de los cazadores


Al lado de dos variedades distintas de "jovellanas" (que así se llaman: la violácea y la punctata, originarias de Chile), me he acordado de que tenía que visitar la casa museo del insigne escritor, en Gijón, cuyos restos descansan en una capilla, al lado. Y allí que fui. 


Jovellana punctata
Gijón sigue siendo la gran playa, amurallada por el cemento que habrá enriquecido a tantos políticos y banqueros, degradando para siempre el beso arcado del mar; en tanto la parte vieja se conserva bastante mejor, desde la Plaza Mayor, con rincones todavía gratos, aunque la casa museo de Jovellanos solo conserva una mala exposición –de la que se salva un par de cuadros– y no consigue perder su aire lúgubre, acentuado por un intento de modernizar patio y salas, que hubieron de ser lugar apacible, a juzgar por la plaza de la fachada. 


chopos negros viejísimos
Casa-museo de Jovellanos (Gijón)
El viajero volvió a su casa en Vidiago, frente a un mar majestuoso de color cambiante. Contaré como es mi casa de tela en ese lugar, les dejo en el comedor.


Vidiago






5 comentarios:

  1. Si disfruta de plantas y árboles, dé una vuelta si tiene ocasión por la montaña palentina. Yo no la conocía y termino una semana de excursiones maravillosa. El "camino de la guerra" por Brañosera, Salcedillo, Valberzoso, Golobar, Barruelo ... todo sobre una alfombra de brezo rosa tan denso, tan crecido, con robles sin fama pero estupendos y de los mejores ejemplares nunca vistos, hayas, nadie por las sendas, valles preciosos y la gente extremadamente cercana y amable. Una gran sorpresa. Se recogen ramos de hipérico, genciana, manzanilla, menta poleo ... un paraíso natural. Aún así, se necesita tiempo porque el norte de esa provincia da para muchos viajes más.

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    1. La verdad, querido anónimo, es que soy palestino, de la capital, pero no he recorrido tanto como comentas el precioso norte de la provincia, queda como algo sobre lo que he de volver. Gracias.

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    2. El iPad me ha cambiado el "palentino" por el palestino....

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  2. Si es que hasta las maquinas saben donde se sufre...con frecuencia mas que los humanos.

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  3. Por si un día se anima a hacer piernas, http://www.valrural.com/rutas/Valberzoso,Valdeolea.htm

    las iglesias son preciosas, aisladas, acogedoras y sin casi visitantes por todo el norte palentino, así que a la vez se hace visita andariego-cultural. El maestro de San Felices hizo pinturas fantásticas y bien conservadas están. Son los vecinos los que abren las iglesias, amables y francos y muy sueltos a la hora de soltar tacos con especial referencia a los santos, son divertidos.

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