Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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jueves, 8 de febrero de 2018

Extrañeza de CHIRICO

Chirico, al que dedica una exposición Caixa forum en Madrid, como casi todas, itinerante. El artista griego, pasado por Italia, resulta extraño en muchos aspectos, y como tal, se sale de lo común, que es lo que hacen valer los defensores de uno u otro. En efecto. Un artista que atraviesa todo el siglo XX y deja un rastro tan irregular no deja de ser curioso, quizá inquietante, quizá frágil como resultado histórico. Y así es Chirico que, por lo demás, cambia su quehacer al aire de los tiempos, con muy poca profundidad, quizá como un juego que nos hurta su quehacer artístico, algo precario. Que fácil, en efecto, el correlato histórico: un artista que se va hurtando a lo que está ocurriendo, etc.


Esas gentes de cuerpo metálico, inexpresivos, ovalados sobre los que centra sus cuadros; o los lugares en donde se amontonan los objetos más heterogéneos y se despersonalizan.... contrastan con una serie de retratos o con paisajes deformados por la inclusión de objetos y escenas inapropiadas. Todo tiene su explicación "crítica" a posteriori, lo que suele resultar, por un lado fácil, por el otro algo gratuito. No le quedará más remedio a Chirico que ser resultado de su tiempo, aunque solo sea para hurtarse a él, para vaciarlo de expresiones humanas, para representar la deformidad del espacio, etc.



Las salas en las que se expone –por lo menos en Caixaforum de Madrid– casan muy bien con su idea del espacio, quebrado, con ventanas y huecos que mezclan todo, como si el universo sea un lugar disparatado en donde todo es posible y donde todo puede deshumanizarse. A veces el amontonamiento de circunstancias forman el cuerpo de sus figuras ovaladas, comes el caso de los arqueólogos;


Uno tiene la sensación de que detrás del artista hay una poderosa "fundación" que promueve su presencia y le atribuye razones artísticas más o menos convincentes; pero el espectador, algo despistado, no se entusiasma con todo ello, y también se siente un poco perdido, al arbitrio de explicaciones críticas, que parten siempre de lo mismo: es inquietante.
A pesar de todo, del inquietante, me he quedado prendado de la cabeza de ese toro/buey/animal; o de los muy logrados bodegones, entre otros.





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