Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Un botánico en Barcelona


Barcelona tiene muchos jardines, de dimensiones pequeñas y medias en el corazón de la ciudad, con su carácter especial, como el jardín de la estación del norte, salpicado de mosaicos modernistas y de figuras extrañas; o como el Parque de la Ciudadela, casi francés, ordenado, alineado y con sus edificios de corte clásico. El Parque Güell y Montjuic limitan, en cierto modo, la ciudad. 



Y en este último se alojan tres o cuatro jardines menores, entre los cuales hay uno que se llama así "botánico" (Jardí Botànic de Barcelona), en cuyo prospecto se adorna con el reclamo "totes les mediterránies del món". 


En realidad el nuevo jardincillo botánico es del 2003, remodelado para que sirviera de adorno a las olimpiadas. Exige un paseo atento, porque en medio de las plantas olorosas de siempre (lavandas, tomillos, salvias, romeros, hierba luisa, santolinas, etc.) pueden pasar desapercibidos  los "xanthorrhoea" o "morenet" y la variedad de las coníferas, palmeras, pitas y yucas, etc. que son muy características de Barcelona, y del Mediterráneo en general, como lo es el algarrobo. En fin, haría falta cumplir con las cartelas identificando plantas, árboles y especies..... cosa que pocas veces ocurre.

En general, dominan arbustos y hierbas sobre formaciones arbóreas, aunque he fotografiado un hermoso tronco de fresno, y no faltan plátanos y algarrobos enormes, antiguos, lo mismo que viejísimos olivos, que salpican toda la ciudad, a veces como ejemplares únicos, aislados.
Un Botánico joven, como es este, no puede satisfacer, más que en promesas, al visitante; sin embargo, las peripecias del camino de tierra arcillosa le lleva hasta una masia –una reconstrucción de una típica masia– catalana, rodeada de un simpático huerto. 




Y a lo lejos, la imponente mole histórica del Museo de Barcelona, mirador de la ciudad.
Pocas flores durante mi visita, el invierno impone su ley. Pero he buscado una para terminar con ella:

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