Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 21 de julio de 2013

La Biblioteca Nacional de Buenos Aires




En algún momento parece un barco gigantesco, sobre todo cuando te mueves por dentro; pero es una muestra cabal del "brutalismo", nombre perfecto para esa moda arquitectónica que, proveniente de Francia, ha inundado edificios emblemáticos de latinoamérica a mediados del siglo XX. Y además de parecer un barco, se ve el río plateaado, como si fuera un mar: desde la sala general brilla a lo lejos surcado por los aviones que aterrizan en el aeropuerto.






¿Es funcional? El laberinto de cemento se remansa adecuadamente en los amplios espacios del salón general, lleno de rincones para trabajar, leer, extender apuntes, conectar a wi-fi, pasear, descansar.... algo que no todas las bibliotecas consideran ni tratan bien. También resulta funcional y anima al trabajo la curiosa hemeroteca (¿con pocas revistas para consulta directa?). Y ya, si se va a la planta donde se encuentra el "tesoro", uno se da cuenta de que es otro mundo, sumamente restringido, con salas especializadas para manuscritos y raros, mapas, etc. Allí también una exposición sobre el revisionismo.


La hemeroteca
Alfonso Reyes
El busto de Alfonso Reyes nos sirve para dar noticia rápida de cosas que allí hemos visto por encima: porque la colección más rica de manuscritos por hechos de política interna se llevó a mediados del siglo pasado al Archivo General de la Nación y ahora está en la biblioteca del Congreso: he visto el grueso catálogo de lo que había sin que haya advertido fondos demasiado interesantes desde el punto de vista literario. Me apresuro a decir que los fondos, en general, son muy ricos e interesantes para la historia de las dos últimas centurias, sobre todo para la historia, y en determinados momentos, para la historia literaria –empapada de historia, claro: buena muestra es la exposición a la que aludo (véase la ilustración siguiente).


En la sección de manuscritos he tomado nota de una muestra que incluye cosas tan dispares como: Rafael Alberti, A la pintura, 1951; los “diarios íntimos” de Alcides Arguedes (mecanografiados, de 1943); autógrafos de Berlioz, Francisco Luis Bernáldez; “La trama celeste”, de Bioy Casares (mecanografiado con firma);  un volumen de autos sacramentales de Calderón; facsímil del medio centenar de ms. cervantinos (documentos);  la Crónica del Rey don Rodrigo (c. 1443);  una decena de autógrafos de Cortázar y otros tantos de su seudónimo Julio Denis. ¡El memorial de Chumacero! de 1634, del que hay copias en todo el mundo; algún autógrafo de Oliverio Girondo; de Eduardo Mallea; poemas (3) de Ricardo E. Molinari, autógrafos de Manuel Mújica Lainez, un fragmento novelesco de Ernesto Sabato; otro autógrafo de Alfonsina Storni. Algo autógrafo del prolífico padre Isla ha llegado aquí también. Un poema de Rubén Darío, Carnaval (1912), dedicado a Leopoldo Lugones. Tres autógrafos de Juana de Ibarbourou. Una colección muy rica de Ricardo Güiraldes, bastantes de Bernardo de Irigoyen.


Hay dos manuscritos gongorinos importantes. Otros dos de Antonio Hurtado de Mendoza, uno con poesías y otro con la Guerra de Granada;  copias tardías de Hernando del Pulgar: poesías de Juan de Salinas y Castro (1645) en un mamotreto de 300 páginas. Varios papeles de Antonio Pérez. 
De Quevedo: las cartas apócrifas desde San Marcos (excelente copia del s. XVIII), atribuida La Cueva de Meliso, una copia de Grandes anales, otra de obras varias (con los Monopantos, la Perinola, La cueva), otro de varios discursos jocosos prohibidos (de 1765).
No he podido ver detalles, obviamente: y sé que bastantes de estos manuscritos han sido tratados críticamente. 
Algunos parecen muy interesantes como el viaje desde Buenos Aires a Mendoza de Miguel Rivera en 1845, que me hubiera gustado leer mientras los aviones sobrevuelan el río de la Plata, lo que se admira en los enormes ventanales de las plantas quinta y sexta.
Quizá ya todo el mundo sabe que a esta biblioteca vino a parar parte de la rica biblioteca del hispanista francés Foulché-Delbosc, subastada en París; y que si se consulta el viejo catálogo del hispanista francés, el comprador argentino eligió cuidadosamente lo que adquiría: por ejemplo, desechó los cancioneros de los Argensola, pero compró los de Góngora; desecho dos copias de la Guerra de Granada, compró otra; etc.
La sala del tesoro cierra a las 18. La chica que protege la entrada me preguntó al salir: "¿Usted pronuncia la zeta?". "Creo que sí", le dije. "Por qué me lo preguntas?" A veces uno no sabe muy bien lo que sorprende al otro. 
Estupenda la cafetería de al lado, de la que ya di cuenta en mi primera jornada bibliográfica.



1 comentario:

  1. "Cada comarca en la tierra
    tiene un rasgo prominente:
    El Brasil su sol ardiente,
    minas de plata el Perú;
    Montevideo su cerro;
    Buenos Aires, ¡patria hermosa!,
    tiene la pampa grandiosa;
    la pampa tiene el ombú."

    Un buen libro para leer es El Ombú
    Me pasé por la Biblioteca de BB.AA.
    para conocer a Hudson y a R. B. CUNNINGHAME GRAHAM, al que va dedica esta semblanza.
    Singularísimo escritor Escocés que ha vivido entre los gauchos y los conoce «HASTA EL CARACÚ», como dirían ellos mismos y único de los escritores europeos,que refleja en sus libros algo del colorido de aquella lejana vida que está tan rapidamente desapareciendo.

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