Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 6 de septiembre de 2010

Creación, clasicismo, actualidad

Son tres conceptos con los que hay que jugar para componer el tinglado de la lectura y crítica de la obra literaria. Como en otras ocasiones, expuesto, explicado y documentado se halla en lugares académicos, en concreto y en este caso en un artículo de una revista italiana (Studi Ispanici); va aquí con la sencillez del coloquio, casi.


Una obra –nos centramos en las literarias, pero es válido para todas las referencias artísticas– se crea en un momento histórico, con unas circunstancias a las que no se puede sustraer. Esa misma obra, si no se agota en ese momento de su creación, puede seguir leyéndose y apreciándose de modo diverso en otras épocas y en otros lugares. Si esa prolongación de su valor –el interés del público lector– se mantiene a lo largo del tiempo y se extiende por diversos espacios culturales distintos, decimos que es una obra “clásica”. Damos la vuelta: clásica es una obra cuya significación, valor y aprecio va más allá del momento de su creación en el tiempo y en el espacio.


El lector convertido en crítico, es decir, el lector que reflexiona sobre la obra y emite juicio sobre ella, puede interesarse por el significado y valor que tuvo cuando fue creada, por ejemplo El Quijote en 1605 y en 1614. Pero también puede interesarse por la actualidad de la novela, que no es sino la lectura de la obra en las circunstancias que lo hace un lector desde su cultura actual, sea del espacio cultural que sea (un indio, un italiano, un japonés, un andaluz…) Todo ese conjunto de significaciones que destila una obra clásica se pueden completar con el juego de significaciones que ha ideo despertando a lo largo del tiempo: el Quijote en el siglo de las luces, el Quijote a lo largo del siglo XX, y así hasta trazar un Quijote a lo largo del tiempo, si es eso lo que se desea saber.


Frente a este panorama que recorre siglos y espacios culturales, el lector de la obra es siempre y también el que ocupa una perspectiva única, definida por sus circunstancias (un niño, un labrador, un mal profesor de universidad –perdón por la redundancia–, un emigrante uruguayo, el verdugo de Rodrigo Calderón, etc.) su tiempo, su época. La circunstancia que más nos interesa siempre –y no nos pongamos estupendos– es la actual, la propia: nada puede liberar a una obra de ser leída “actualmente” por un lector, sea crítico o no. Y nada puede evitar que desde esa circunstancia “actual” la obra provoque un juego de significaciones y reacciones.


Ahora bien, existe entre los lectores cultos y entre algunos críticos el noble deseo de enriquecer ese valor “actual” de la obra intentando llegar, así mismo, a las circunstancias de su creación, al valor que hubo de tener en el momento que fue creada, para lo cual estudian la biografía, la época, la lengua, la cultura en general y aprecian entonces la obra de manera distinta quizá a la “actual”.


Sobre el guión que precede cabe hacer muchas más piruetas; pero es el esqueleto conceptual sobre el que giran los conceptos de creación, clasicismo, actualidad, crítica, lectura… y los que de su cruce se desprenden.


Un taconazo final, que me gusta siempre dar: más rico, mejor situado, con mayor capacidad de captar significados y recibir estímulos se halla aquel lector que, además de disfrutar con el valor “actual” de la obra literaria, y sin renunciar a ella, enriquece su capacidad comprensiva con lecturas históricas, entre las cuales la de la “creación” es fundamental, como bien se entiende.

1 comentario:

  1. Muy interesante su texto sobre estos tres conceptos. Muchas gracias. Cierto es que las circunstancias pesan mucho en la forma de pensar y de crear pero, también es cierto, que lo más intrínseco del ser humano casi no ha cambiado nada desde que se tienen noticias documentales. Sus pasiones, su inteligencia, sus sentimientos ... son siempre los mismos. Los genios creadores de la historia (en ciencia, arte, forma de pensamiento) creo que son considerados precisamente genios porque trascienden sus circunstancias, sus momentos históricos y se hacen eternos, actuales, clásicos: por eso son genios; y por esos son muy pocos.

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