El rapsoda se investirá muy pronto de viajero, hacia el mar de la China, en la provincia de Fujian, que tanta historia tiene para las expediciones de los primeros navegantes a lo largo del siglo XVI, e incluso durante el siglo XVII. Conocer la historia produce a la vez una cierta sensación de vértigo y profundidad. Y durante este tiempo estoy sumido en estos quehaceres. Ayer por ejemplo, en el Palacio de Linares, salón Bolívar, asistí a una charla a tres bandas sobre el Galeón de Acapulco, que durante 250 años (hasta 1815) hizo la travesía entre Acapulco y Manila.
Fujian tuvo importancia en todo aquel trasiego de filipinos, chinos, latinoamericanos, japoneses, portugueses.... con algunos españoles –minoría– que hablaban "chabacano" en el puerto de Cebú. Las ramificaciones de este hecho histórico y prolongado son innumerables y muy interesantes, porque alcanzan a todos los campos (lenguas, costumbres, política, ciencia....)
Y para aderezarlo todo, sean las escaleras y algunas imágenes del suntuoso Palacio de Linares (en Madrid: Casa América), donde ayer se hablaba del Galeón de Acapulco.
La garita del Fuerte de la Soledad
y un mar que no
se acaba y se vigila;
el galeón de Acapulco ya ha pasado
aun le queda mar
para Manila
por la ruta de
los monzones siempre
las Molucas
abajo China arriba
quienes
embarcan en ese galeón
huyen buscan
escapan peregrinan
casi todo lo
sabe el centinela
que tanto
mar y
tanto tiempo mira
porque una vez
necesitó partir
porque quiso saber
donde termina
ahora no ve más
que la mar inmensa
azul la soledad
de su garita
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