El capítulo III de España defendida resulta un tanto farragoso, por dos razones, primero porque el escrito ha querido abordarlo de modo erudito, que se vea que conoce lo que circula en el humanismo de la Geografía y la Etimología; luego porque se ha redactado muy deprisa, sobre todo al final, acumulando citas que hubieran debido enlazarse y explicarse adecuadamente en redacción ulterior, que no existió. En mi edición anotada de la obra, que aparecerá en Clásicos Hispánicos, se cumplirá con dar razón de todos estos arduos pasajes.
EL CAPÍTULO (QUE ES EL TERCERO) VA EN TRES PARTES, POR SU EXTENSIÓN, AQUI VA LA PRIMERA).
Capítulo tercero: Del Nombre de España y su origen y etimología.
No porque conmigo puedan algo las etimologías, que las más veces son obra del ingenio y no testimonios de la verdad, gasto en la razón del nombre de España este capítulo, solo porque en el origen vario dél se le recompensa mucha de la antigüedad que en el capítulo pasado no la [ha] admitido por mal deducida de los sueños de de Anio. Bien pudiera yo inventar //
gloriosas etimologías y soñar vanas sutilezas, mas solo referiré las varias opiniones que en esto hay y las razones en que se fundan, esforzando por mejor la que más verdad mostrare.
A los que dicen que
España se dijo de “hispan” o de “hispalo” no hay que responderles, después de no
haber admitido por verdaderos tales nombres; con lo cual queda respondido a
nuestros a nuestros crédulos y a Boemo en el lib. 3 que dice que Iberia
se dijo de Ibero, río; y después hesperia de “hespero”, hermano de Atlante, y
últimamente se llamó España de Hispalis, que así se llama Sivilla. //
aunque en esta postrera dedución hay quien le
esfuerce. Nonio en su España dice que
tiene por cierto que se dice así de de Pan, compañero de Dionisio. Y Plinio,
libro III, cap. I, dice que Lisboa se
dice de Lysa, y toda la provincia de Pana,
Pania entonces, y poco después Spania, añadida la ese, y ahora Hespaña, Hispania con h o Ispania con i. Esto mismo
dice Plutarco en el libro de fluminibus
et montibus, cap. XVI: “Y como luego eligiese por parte de su milicia los sátiros
y los panas, sujetó a su imperio los indios y, vencida Iberia, dejó por
superior en ella a Pana, el cual llamó la región Pania, de su nombre. //
Y los modernos, derivando esta voz, la llamaron Spania, como quiso Sosthenes, libro XIII, De las cosas de Iberia. Que la llamasen así, con ese, los modernos vese en el Escoliastes antiguo de Jubenal, a la sátira XII, donde dice: “Spaniam Boeticam” por Hispania Betica.
Esto enseña Ambrosio de Morales en sus notas a
Eulogio Cordobés. Enmienda Nonio de aquí un lugar de Stephano Bisantino en lo
de las ciudades y encarece que le vio el diligente Ortelio y que le consintió o
disimuló el error, aunque el porque lo ignoró lo dice. //
El lugar es este en la dicción [xxx]: hispanie due sunt, Italie prefecture maior,
et minor vocatur etiam Iberia et
Pannonia. En griego está así (xxxxx). Dice Nonio con admiración que ¿quién
llamó nunca a Hespaña Pannonia?, la
cual Pannonia es tan distante de
nosotros. Enmienda pues la lección y dice que se borre Panonia y en su lugar se
escriba en el original griego así [xxx], Pania.
Goropio Becano dice lo mismo y que la añadieron el His diciendo Hispania, lo cual en la lengua cimeria o teutónica significa ‘la occidental
Pania’, a diferencia de la oriental que era //
el Peloponeso, según Hesichio.
No me parece que fue grande el hierro que se le
escondió a Hortelio en pasar a España
por Pannonia, pues sospecho que
escribiendo no [xxxx] con nu doblada , sino [xxx] de Pan, que no era menester
mudar tanto la letra y estaba mejor deducida de Pania y mejor de Pana (nota interlineal: “Orfeo himno de Pan, dice en el postrer
verso semejante derivatio xxxxx Panicon”) Panona. Y tengo por mejor y más
acomodada mi conjetura, y por disculpado a Ortelio, pues fue solo perdonar dos
letras al impresor, una n duplicada y
una i.
Strabón, al fin del libro III, llama a los habitadores
de España igletas. No halla Nonio la
causa y acógese a//
leer con Isaaco Casaubon gletas [xxxx xxxx], quiere decir, ‘pueblo de spaña’ en los cynetas
que, según Stephano, eran junto al oceano, junto a las columnas de Hércules, de
donde se dijo Cynético promontorio.
No me contenta este modo de dar luz a los libros, leer uno por otro, pues es no
entender el autor, sino hacerle decir a su pesar lo que no quiere, y aunque en
algunas cosas sea bueno, con exemplares de otra suerte es huir la dificultad y
levantar testimonios a los autores. //
[fol. en blanco]
Lo que hay que dudar acerca desta opinión es que no
consta de forzosa autoridad que Dionisio viniese a España, si no es de Silio
Itálico, adonde dice: Tempore quo Bacchus
populos dormitabat Iberos. Y aunque el doctor Bernardo de Alderete en su Origen de la Lengua Castellana no lo
desprecia, se ha de advertir que no consta qué iberos, si nosotros, si los de
Asia, porque como dice y nota Josepho Scalígero sobre Eusebio, sabida cosa es que en los griegos escritores hay dos xxxx:
la una Hespaña, la otra, región que está en el Ponto.//
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