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| André Masson |
De la nada no tenemos memoria, aunque podemos imaginárnosla, y hay quien dice que de esa memoria perdida provienen amagos de la melancolía y rincones ocupados por sentimientos incontrolados. En realidad ocupamos un exiguo segmento del tiempo y manejamos la –al parecer– escasa memoria que nos dan unos miles de años, los que llamamos "historia". Pudiera ser, sin embargo, que la huella, o la estela de la huella, determinara sabe dios qué sensaciones ajenas a la historia y a la biografía. Por esas rendijas aparecer pueden vestigios de lo no real: de lo surreal o subreal.
Habría que devolver a la palabra
surrealista su sencillo significado etimológico, con desplazamiento del sufijo,
quizá: lo que no es o está detrás del realismo, de la realidad: un modo de
percibir el universo –y lo que no es el universo. El surrealismo, desde mediados del siglo XX ha invadido y enriquecido todo tipo de manifestaciones expresivas y anda detrás de la inspiración de corrientes como la literatura fantástica, los mangas, el realismo mágico, los dibujos animados, etc. Basta asomarse a la red para corroborar como mediante las herramientas de la informática ha potenciado, si cabe, su desarrollo hasta invadir todo y modelar la imaginación de las nuevas generaciones, que han adquirido un componente cultural surrealista prácticamente sin esforzarse, con solo abrir los ojos.
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| Agostino Veneziano (las tentaciones de San Antonio, también llamado reunión de departamento de Filología Española en la UAM) |
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| Hendrik Goltzius (+1638) |
En todo caso los surrealistas, por fin, encontraron algún tipo de dirección para lo que hasta entonces solo se podía intuir.
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| Hans Baldung (+1545) |
Todo eso es, en cierto modo, lo que he visto en un par de exposiciones surrealistas en Madrid. Me refiero de modo más concreto a la que se puede ver en la fundación Juan March (“Surrealistas antes del surrealismo”, no todas las imágenes vienen de allí, porque no se podían obtener fotos), que no obedece exactamente al título más que en parte, por más que los primeros dibujos, cuadros o grabados de la exposición daten de finales de la Edad Media. La imaginación surreal en nuestra cultura –la que acompaña al nacimiento y desarrollo de la lengua española– remite a las gárgolas y los capiteles románicos, es decir, a los lugares secretos o menos visibles de un templo; pero está ya en los restos arqueológicos y en las culturas milenarias perdidas. Las arpías, por ejemplo, como animal fabuloso, aparecen antiguamente y llegan a Picasso y a la imaginería actual.
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| Erhard Schön (1542) |
pero también Durero, Picasso, Dalí, Miró....
hasta llegar a James Ensor (+1949) Hannah Höch (1978) o Herbert List (+1975), en donde supongo que se da la imaginación erótica, real y
figurativa, en mezcla usual; o a André Massón (1987), en donde se llega a la mera
imaginación de formas y colores que, junto con la figuración de objetos
matemáticos, puede representar el final de la imaginación no figurativa.
| Tarasca, en la Casa de los Tiros (Granada) |
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| Hannah Höch (1978) |
Bien se ve que con estas premisas en la exposición hubiera cabido todo, desde las figuraciones infernales de los libros miniados y los capiteles románicos hasta Dalí y Max Ryan, en efecto. Desde comienzos del siglo XX, por lo demás, cuando el surrealismo ocupó su hito oficial como movimiento artístico, se admitió universalmente la capacidad de integrar la imaginación surrealista como un modo normal de expresión, y hoy día ni siquiera hace falta señalarlo: ha pasado a ser un motivo de la creación tan frecuente en todos los campos que ya nadie se extraña de su aparición o de su uso.
Todavía recuerdo, de la escuela, cuando nos decían que redactáramos algo, pero con la condición de que "no fuera un sueño": demasiado fácil para la imaginación.
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