Buenos Aires, la de
las largas calles
y enormes árboles que
trepan por
las fachadas y
esconden los jardines
abandonados, la de
los cafés
que ocupan los
chaflanes de las calles,
la de las jacarandas,
los ombús,
los cuidadores que
pasean perros,
la que amontona
libros en Corrientes
y heladerías,
quioscos, colectivos....
la que desprecia
estilos y armonías,
prefiere el
desparpajo que improvisa
y el bullicio continuo
de sus calles.
Ciudad de vida densa,
apresurada.
Y arrabales sin voz, desconocidos.
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