sábado, 5 de febrero de 2011

El pan de los domingos

He pellizcado el pan, recién comprado.
No he resistido hasta llegar a casa,
preparar la comida,  disponer
la mesa y las restantes ceremonias

a que me obligan normas y modales,
las mismas que me obligan a callar,
esconder, resolver, sufrir miserias
de nuestra frágil condición humana....

A ver cómo resuelvo con doctrina
asumida los temas de tus labios,
y la piel de tus muslos abrasada....

De todo aquello que es tan inmediato
y que demanda ser, ya, devorado,
sin concesiones a la galería.

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