Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 26 de junio de 2016

Fragans

Ese adjetivo ––latino–– adorna la denominación clásica del tronco del Brasil, que desde hace bastantes años llena las casas, despachos, entradas de hoteles y demás, como planta de adorno. Aparte de su crecimiento rápido hacia el cielo y de su resistencia –si no le da el sol directamente demasiado–, el tronquito del Brasil, que del trópico vino, tiene una propiedad que suele pasar desapercibida: el intenso y dulce aroma que expanden sus flores al llegar el verano. Ocurre que la floración, primero, no es anual, no sé con qué periodicidad ocurre; que sus flores son, como tropicales, feotas; y que desprenden unas gotitas pegajosas, a modo de resina, que pueden caer sobre sillones, muebles y cortinas, provocando la desazón de l@s am@s de casa.


Dracaena fragans Massageana. Los más viejos necesitan irse por encima del techo –los nuevos techos apenas alcanzan los 2,40; los viejos se iban a 3 metros– y cuando chocan arriba se desesperan acrecentando los ramales más bajos. 


Por esa desesperación el que empuja mi techo lleva dos años seguidos de floración –he puesto papeles debajo de las flores– y me recibe con un aroma dulzón, veraniego, tropical cada vez que llego a casa y luego me ayuda a dormir, porque esa es otra cualidad de este tipo de plantas aromáticas: perfuman las noches de verano y, cuando alguien suena música, disfrazado de explorador de la selva brasileña, se regocija y llueve sus samaras y perlitas sobre el piano que le acompaña.
















sábado, 25 de junio de 2016

En defensa de la literatura clásica


las cosas se dirán   que ya se han dicho
cada vez se dirán     de otra manera
con pasión      desencanto     rubor     miedo
y serán      cada vez    sin duda    nuevas

porque el tiempo    se trenza    cada vez
a un momento   a unos ojos      a una tierra
y en el hueco      que  se abre al caminar
es nuevo  lo que  sientes      lo que piensas

nadie   podrá  vivir   aquel     entonces
que vives    que te asombra     y  que te lleva
suenan     los   viejos  versos       deslumbrantes
y otra vez    los escuchas     y te llegan

que es verdad      que tu ser así     sucede
mientras que vas     contigo solo       mientras

[Ilustraciones: alumnos de la UAM preparando una representación de Lope de Vega]









viernes, 24 de junio de 2016

Sabores de Sichuan: Berenjenas


Hay tres hortalizas que, para mí, tienen cocina difícil; las alcachofas, las berenjenas y los tirabeques; cada una por razones distintas, que no son ahora del caso. Esta entrada va dedicada a las berenjenas, de noble tradición en nuestra literatura (Libro de Buen Amor, Quijote, Quevedo....) y a las que ya he dedicado sabrosas páginas en este lugar, sobre todo cuando las probé en Sicilia o cuando recogí todo un libro de recetas en Provenza, las "aubergines".
El viajero irá este verano a Chengdu (Sichuan), uno de los santuarios de la cocina china más reputado, de manera que, aprovechando mi paso por un blog chino y que hace una semana me reuní  a cenar con mis compañeros de chino –y profesora– en un restaurante chino de la calle San Bernardino de Madrid, en donde desplegamos varios platos típicos, entre ellos unas sabrosas berenjenas de ese modo cocinadas, hoy he vuelto a cocinarlas –vuelto, porque ya las hice, descuidadamente, hace un par de años. Con cuidado, con mimo, con el wook y la salsa de soja auténtica, laminando el jengibre, etc. Es lo que sigue, querido lector, porque europa se está poniendo como para irse a vivir a otro lado, no sea que vengan ahora los referendos franceses, holandeses, italianos..... y hasta Trump pueda ser presidente del senado en España.



La berenjena –son mejores las chinas o las de Sicilia, pero bueno, sirven las valencianas– se limpia y corta en tiras de tamaño de un dedo; al tiempo que se cortan, se sumergen en perol con agua y sal, en donde pueden quedarse un cuarto de hora, soltando su propia amargura. En el entretanto se prepara una salsa, que es buena parte de la clave del plato: en un tazón se van poniendo: una cucharada sopera de aceite de soja, otra de vinagre oscuro (el negro chino; el balsámico de Módena o el viejo de Jerez, que es el que yo he puesto), otra de vino (blanco  o de guisar, yo he puesto Montilla), un buen puñado de sal, una cucharada de azúcar (se puede suplir con el vinagre con miel) y medio vaso grande de maicena disuelta en agua (para dar cuerpo a la salsa). Se reserva, debidamente mezclada.


Se prepara un picadillo de dos ajos y unos 50 gramos de de jengibre. El ajo, laminado o picado; el jengibre, laminado muy fino o en polvo. Hay quien le gusta que el plato pique, y añade una guindilla; yo he preferido unas gotas de aceite con guindilla, porque no me gusta que pique mucho (está en las fotos). Por cierto, jengibre se escribe la primera con j y la segunda con g, y puede servir apropiadamente para suspender a algún alumno desafiante. Al cabo de esta receta, el vate la va a escribir como mejor le cuadre.


En el entretanto ya han pasado los 15 minutos en agua de la berenjena, que se sacará para que chorree sobre paño o servilletas de papel. En el wook se calienta aceite, al menos un vaso pequeño. ¿Qué aceite? Yo siempre lo hago con oliva (de acidez 0,4, mejor, en este caso lo he empleado trufado, de los que yo preparo así), aunque en China lo harán con otras variedades. Se calienta mucho, hasta que humea, y solo entonces se echan las berenjenas y el picadito de ajitos y genjibre, que se fríen a fuego medio-alto y se empapan de aceite hasta que se empiezan a dorar, durante ese tiempo, se mueven con cuchara de palo. 


Solo cuando ya se adivina que se han dorado y esponjado –tardan bastante– se echa por encima la salsa, y se deja que dé un hervor de dos o tres minutos más. Mi google se ha vuelto loco con las jotas y ges de arriba, incluyendo la de "ajitos", que ha debido interpretar como "ojitos". Le dejo. Es una máquina, de esas que ahora nos hablan cuando llamamos a una compañía grande.


Ya están. Se sirven calientes en cazuela de barro; también se puede volver a calentar antes de llevarlas a la mesa. Los chinos suelen tomarlas con arroz, sin preparación especial, blanco, para que contraste con el sabor de las berenjenas, que se conocen como "berenjenas con sabor de pescado", no porque lo tengan, sino porque se hacen con una salsa con la que se suelen preparar los pescados. Llevaré parte de esta entrada a facebook, con sus nombres chinos, para contrastar con el chiste de Forges, el del señor que no se atreve a encender la tele porque "entonces salen".



jueves, 23 de junio de 2016

yo le miro callamos él me mira

Ferran García Sevilla, ....el viaje más absurdo.... (el viatge més absurd....)

Uno queda al final     abandonado
con el azar que lleva en la mochila
recorriendo lugares muy lejanos
arrastrando palabras y sonrisas

hurgando   por si en tanto que se va
en el huerto florece        todavía
el tibio    otoño  trajo   con las lluvias
la dulce    lentitud      de las caricias

y así va      entre tumbos y vaivenes
nada recuerda    de lo que se olvida
parece a veces    como que si cuando
los más   son   trampantojos       ya sin vida

nos miramos    de cerca   el tiempo y yo
yo le miro     callamos      él me mira


 

viernes, 17 de junio de 2016

El Cancionero de Hangzhou






El vate, que se había prometido ya no publicar más libros con versos –seis, y abundantes– ha incurrido en pecado, venial, porque en rigor El Cancionero de Hangzhou no va a desmentir aquella decisión, ya que lo publicaré en edición de autor, como en los viejos tiempos, y será escueto y reducido, creo que se aproxima a las 30 composiciones. En estos momentos, después de haber pasado por la lectura inquisidora de otros ojos, lo que suelo hacer siempre, está recibiendo las enmiendas de su parte china, porque lleva algunos epígrafes, titulillos y pies de fotos también en mandarín, para que no sea solo la mirada del turista –que lo he sido–, sino del viajero que quiere entender, comprender, saber del lugar a donde va. 

Y lo que va en esta entrada es todo el arranque del libro, que se publicará en Barcelona e irá "iluminado" –me gusta el término medieval– por una veintena de fotos, mías, desde luego, de los lugares, las escenas y las gentes.



Cancionero de Hangzhou
杭州 歌曲

Visité por primera vez Hangzhou al terminar la primavera del año 2014, no fue un viaje repentino, sino una determinación bien meditada, que se hubo de realizar con las penalizaciones normales: el visado por no más de un mes, los dineros –hombre en ruinas–, el idioma que no sabía, la absoluta falta de dependencia, de la familiar y de la académica.... Hasta los cuervos que se apostan en la guía del cedro del Himalaya que da al valle –en mi casa de Malde, gallega– lo sabían, e intuían que chapurreaba un idioma que no era el de aquellos valles.
Los viajes –ya son varios– dejaron versos, los que siguen se acompasan al tiempo de su redacción y, normalmente, de su publicación en mi blog, aunque alguno ha sido retocado en el taller de paso. En otras ocasiones he visitado otras ciudades (Qingdao , Yangzhou , Lijiang 漓江, Suzhou , Dali 大力, Kunming 昆明,Gulangyu y Xiamen ( 鼓浪屿,厦门  ...); pero Hangzhou siempre me ha atraído, para mirar cómo la luz se va hacia el oeste entre las ramas de los sauces y la gran pagoda (宝塔).

Hangzhou es una ciudad privilegiada, porque los ataques de la llamada civilización no han podido con los dones que le concedió naturaleza, dones históricos si bien se mira, pues se suele explicar que el lago es un sedimento y dos de sus islas son artificiales. Ya hemos mencionado el corazón de la ciudad, cuya población puede subir hasta los cuatro millones, depende del área a la que nos estemos refiriendo: el lago, el lago del oeste(西湖), se adereza de unas cuantas virtudes: ve ponerse el sol desde el este, perogrullada que no incluiría si no fuera porque parece haberle dado el nombre; la tradición poética de quienes escribieron sobre la ciudad y sus encantos; la belleza de sus inacabables paseos, de los que forman parte sustancial los sauces centenarios(柳); el juego de islas(湖心), puentes, paseos y barcas que mueven incesantemente a la población y a sus visitantes, entre los cuales, por cierto, hay muy pocos occidentales.

[Las ilustraciones de esta entrada son nuevas y, desde luego, mías; excepto la primera del cancionero, la de los cuervos, que ya publiqué en su momento].



1 Tres cuervos departen en el cedro del Himalaya 
( 聊天  。。。)

Tres cuervos apostados en el cedro
departen sobre el valle de Santalla,
comentan que hay avispas velutinas
que a colmenas y pájaros atacan....

–“Desde el arce se ve todo más claro”,
se dicen y confirman mientras charlan;
el más negro que sabe lo que ocurre
al menos negro dice lo que pasa:

–“Parece que el rapsoda deja versos;
esta vez      ciertamente       se nos marcha;
no son como otras veces paseítos
ni son, como acostumbra, sus andanzas”.

–“Si os fijáis, además, usa una lengua
que no es de cuervo”. ­­

                           –“No se entiende nada”.






Veranos de Madrid (y alrededores)




martes, 14 de junio de 2016

domingo, 12 de junio de 2016

Hombre en ruinas

X-X-        llega bastante tarde     siempre
suele avisarme      cuando ya la espero
con un mensaje por weixin   que dice
“me retrasaré un poco “     “que ya llego”....

aparece por fin     las risas puestas
no hace falta aducir    ningún pretexto
eso sí    tiene que irse pronto    dice
y le incomoda   advierte    lo que quiero

sigo  la oscura  raya       de sus ojos
y embobado escuchándola     me quedo
la voz       los labios      todo se respinga
el perfil pronunciado de su cuerpo....

incapaz de argüir    sabe dios qué
a su lado      hombre en ruinas     y en silencio